Había pasado una semana hasta que ocurrió mi siguiente experiencia como zorrita. Sexualizarme a mi mismo en los vestuarios me encantaba, siempre hacíamos cosas que no llegaban a mayores, por lo que estaba ansioso por ver cual seria mi proxima vez.
Ese día nos tocaba también Educación Física, y como habíamos corrido pues todos nos fuimos a duchar.
Llegué al vestuario, pero me entretuve hablando con los chicos, así que me fui a la ducha el último. Me dio pena, pues hasta la siguiente semana no les iba a poder ver desnudos. "Bueno, así me pajeo menos".Pero si que había alguien, mi compañero Pablo estaba enjabonandose. Era un chico de piel morena, y los mulatos como él era mi mayor fetiche. Sin embargo, aún no había visto su polla en los vestuarios, en ese tema era algo discreto.
No me debió de ver, ya que se estaba aclarando el jabón, y no tenía abiertos los ojos. Pero yo si que le vi la polla. Por fin. No era muy larga, pero como era finita daba la impresión de que era muy larga, mediría 12 centímetros. La tenía depilada, pero con un poco de vello, también tenía muy poco prepucio, la punta rosa se le veía perfectamente. Los huevos y todo los tenía negros, cosa que me encantaba. Joder, que bueno estaba.
Mi polla se puso contenta, así que me la cogí y la subí y bajé como una zambomba. Él abrió los ojos, me vio, y lejos de sorprenderse, se empezó a tocar más. Se puso la ducha a tope, y empezó a estrujarse las tetas, yo mientras trataba de no gemir.
A los pocos minutos se tumbó en el suelo y me hizo señas para que le siguiera. Yo me quedé de pie, observándole, y disfrutando de su cuerpazo.
Cuando se lamió los bíceps (que los tenía muy grandes y duros) yo ya no pude con tanta excitación y me corrí. Mi semen cayó en toda su tableta y yo (sin pedir permiso ni nada) me agaché y le lamí los abdominales. Me encantó, pues estaban duros, pero deliciosos.
A Pablo le debió de gustar, pues no paraba de acercarme la cara y de gemir.
Le seguí lamiendo, hasta que le cogí la polla y le empecé a pajear (sin permiso). En unos momentos se volvió a correr. Pablo cogió mi polla y me corrí también.Ahora tenía las corridas de los dos sobre su abdomen, así que como una perrita obediente se lo lamí.
Cuando terminé, él me abrazó (me encantaba que los heteros me abrazarán), y me dijo:
-Lo has hecho muy bien, ve preparando ese culito para la próxima vez.
Se fue y la ducha se quedó en silencio.
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La zorra de los vestuarios
RomanceAl ser gay, nunca me ha gustado la hora de ducharme después de Educación Física, aunque es excitante bañarse en pelotas con muchos adolescentes heteros, puede llegar a ser muy incómodo. Pero un día me pasó algo que haría que cumpliese todas mis fant...