Capítulo Sexto

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Al salir del vestuario vi a Andrés que me dijo:

-Oye, ayúdame a recoger el material.

Era una orden, y aunque no íbamos a recoger el material yo estaba ansioso. Lleve todo al gimnasio, donde estaba el maestro "colocando".

-No te vayas, ayúdame a colocar esto.

Le ayudé, pero había cosas que no llegaba, intentaba llegar pero no. Andrés me vio y se rió.

-Vaya, que enano estás hecho.- me dijo

-No todos podemos medir 2 metros.- le dije de broma.

-Yo no mido dos metros, eso es lo que te gustaría a tí. Déjame que te ayude.

Se acercó y se puso detrás de mí. Se puso tan cerca que pude sentir su serpiente moviendose. Era una sensación tan rica mi polla se puso dura al instante. Él sabía lo que estaba haciendo, y a los dos nos gustaba el juego.
Yo me fui acercando a su pantalón, y no pude más y gemí. Gemí flojito, pero él lo escuchó y le dió más excitación. Me puso contra la pared del gimnasio, y me empezó a besar el cuello, luego fue bajando. Yo le pedía que no parase, que estaba disfrutando mucho.
Pero de repente paró y me dijo:

-Termina de colocar el material y vete a las duchas.

-Ya me he duchado, profe.

-No, dúchate otra vez.

No entendía nada, estabamos a punto de follar y se fue. ¿Se habría arrepentido? Él salió del gimnasio y yo le obedecí: recogí el material y fui a ducharme (otra vez).

Ya habían pasado 10 minutos de la clase siguiente, así que pensé en ducharme rápido.

Llegué, me desvestí, y me fui a la ducha. Me sorprendi al ver a Andrés en la ducha.

Era bastante bello, pese a su poca calvice era muy sexy. Estaba depilado en todos sitios; su polla le mediría 15 o 16 centímetros. Se veía muy sexy duchándose con el agua cayéndole, me recordó a como me habia encontrado a Pablo.

-Bien, has venido.- me dijo.

-Yo ya me había duchado.

-Eso ya lo sabía.-hizo una pausa y añadio- Te he traído porque necesitas un masaje, estás muy tenso últimamente. ¿Quieres que te haga un masaje?

Ya sabía como iba a acabar el masaje, así que asentí. Él se acercó, y me empezó a acariciar la espalda. Hacía eses en mi torso, mientras yo gemía. Él estar mojado hacía que notase más sus manos, pero eso era muy excitante. Fue bajando, hasta que llegó a mi culo. Acaricio mis nalgas, las abrió y se puso a comerme el culo. Al principio el estaba a cuatro patas y yo de pie, pero con tanta excitación me tuve que agachar.
Me encantaba sentir su lengua, haciendo que me llevase al cielo.

-No pare profe.

-Tranquilo, aún te queda rato para disfrutar, cariño.

Estuvo lamiendo un buen rato, hasta que se cansó y me dijo que si me podía meter los dedos. Yo le dije que sí, pero con la condición de que fuera lentamente y que si me llegaba a doler que pararía. Él me lo prometió, y empezó con las manos a la obra.
Me metió el anular poco a poco, así hasta el segundo, comenzó a meterlos más rápido.
Yo gemía, no paraba de gritar del placer, quería más, más fuerte, más duro, me encantaba como me lo hacía.

-No puedo más, me voy a correr, Andrés, me voy a correr.

-Correte en mi boca.

Se la metí, que placer sentí. Me corrí al instante, le dejé toda la leche en su garganta.

Él se la tragó sonoramente, y me dijo:

-Bueno, un placer.

-Lo mismo digo- no me contuve y me dijo- Es usted muy sexy, profe.

-Solo me cuido-se rió y dijo- Veo como me miras en el vestuario, sabía que yo te ponía.

Me sonroje, y dije:

-Es que esos brazos no los tiene cualquiera.

-Jajaja, no esta lengua tampoco. ¿Te tratan bien los chicos de clase?

-Si, claro, ellos saben que me gustan, y me dejan mirar, yo diría que les gusta.

Se acercó y me dijo:

-Pues, ten cuidado, pues la próxima vez que me mires con esa cara de deseo, te voy a dejar como a un muñeco roto.

Me acerqué más a él, le agarre del bíceps, y le dije:

-¿Eso es un castigo o un premio?

-Jaja, para ti un premio. No toques tanto el brazo, eh, que te veo venir.

Se lo apreté, y le dije:
-Es que está muy duro profe, entiéndeme.

-Desde luego que eres una putita barata. Bueno, adiós damisela.

Él cogió y se fue. Yo me iba a ir, pero vi que el profe se había dejado la toalla. La cogí y me hice un grandísimo pajote.
Sería ya la cuarta vez que me corría hoy, pero las putitas como yo no nos importa eso.

La zorra de los vestuariosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora