Mi primera reacción fue tragar saliva. Mi mundo se vino abajo, ya todos sabían que era gay y lo iban a ir diciendo.
Puede parecer una tontería, pero salir del armario sin quererlo no me gustaba mucho. No podía más. Así que lloré.Los chicos cambiaron de actitud, cuando antes parecían divertidos ahora se preocupaban por que estuviera bien. Yo me disculpé por si se sentían incómodos, pero Álvaro, uno de ellos, me dijo que no pasaba nada, y que si quería cualquier cosa para sentirme más cómodo que se lo dijera. Entonces dijo:
-Oye, después del instituto vamos a ir a mi casa a comer y a jugar a la play, te vienes?
-Bueno, tampoco quiero ser una carga ni un estorbo.
-No, de verdad que no molestas.
-Entonces iré.
-Bien, entonces vayamos a clase.
En la clase ellos se sentaron a mi lado (no tenía amigos en clase, ya que era nuevo, por lo que me sentaba solo). Así los pude conocer, y eran bastante majos.
Al terminar comimos en casa de Álvaro, y luego se pusieron a jugar a la play. Yo no estaba interesado en la play, por lo que me senté en el sofá y veía como jugaban.
En un momento dado se empezaron a quitar las camisetas, por lo que me puse algo nervioso, pero no pasó de ahí. Así que al rato se fueron yendo los chicos a sus casas, y nos quedamos solos los dos. Yo ya me iba a ir, pero Álvaro me obligó a jugar a la play con él.Al rato me cansé, dejé el mando en la mesa. Pero él me miró con sus ojos verdes, que junto a su pelo moreno le hacía muy atractivo. Nos fuimos acercando hasta que nos besamos.
Al principio eran unos besos largos, algo más románticos; pero al poco tiempo se convirtieron en besos cortos y rápidos, que ya sabíamos que iba a desembocar en su cama. No me cansaba de besarle, pero le dije:-Vayamos a tu cama, por favor.
-Uyy, ¿y que quieres hacer en mi cama?- me dijo con cara de ya saber lo que íbamos a hacer.
Me llevo hasta su cuarto y yo le quite la camisa.
Mientras yo me desvestía, el se quitó el pantalón y los calzoncillos. Así pues, pude ver su pene moreno de 14 centímetros y muy grueso.-Que, ¿te gusta?
-Desde que te vi en los vestuarios sabía que tenías un misil ahí abajo.
-Que zorrita eres, mirandonos en pelotas. Ummm, así te voy a llamar, la zorra de los vestuarios. ¿Te gusta?
-Si, papito.
-Ponte inmediatamente a cuatro patas.
Así lo hice y él me empezo a meter dedos en el culo a lo bestia. Gemía y no paraba de gemir.
-Zorrita, ¿estás preparada para lo que te viene?
-¿Pero va a ser sin condón?
-Claro, para que sientas a este macho alfa en todo su esplendor.
Me la fue metiendo poco a poco.
-¿Estas lista?
-Claro que si, amo.
Me la empezó a meter a lo bestia, la sacaba y metía todo el rato, yo gemía como una perra, como lo que era.
-Muy bien zorrita, ¿preparada para lo mejor?
Yo de tanta excitación no podía ni responder.
Así pues, me cogió la polla y me la empezó a pajear. Estando así un rato, nos corrimos a la vez.
Tras terminar yo me duche mientras el limpiaba la habitación antes de que llegasen sus padres. Me vestí y me despedí.-Bueno, Álvaro, ha sido un placer.
-El placer es mío, hermano.
Me cogió del culo y me susurró al oído:
-Que sepas que esto es solo mío, no lo vayas a compartir.
Tras esto le guiñe y me fui.
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La zorra de los vestuarios
RomansAl ser gay, nunca me ha gustado la hora de ducharme después de Educación Física, aunque es excitante bañarse en pelotas con muchos adolescentes heteros, puede llegar a ser muy incómodo. Pero un día me pasó algo que haría que cumpliese todas mis fant...