The one in red

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La vida estaba sonriéndome de mil maneras y las últimas semanas habían sido sumamente pacíficas y hermosas. Estaba al tanto de cada nueva situación en la manada, mis responsabilidades aunque eran muchas me hacían disfrutar de cada día aún más. Levantarme temprano envuelto en los brazos de mi amado alfa, salir como podía de su agarre solo para ir a la cocina y comenzar a preparar nuestro desayuno y su café matutino que no podía faltar, nuestro café matutino, solo eso era tan dulce para mi que ya sentía la felicidad desde que abría mis ojos.

-¡Por que me dejas solo, omega! - su voz ronca por el sueño se sintió tan cerca que erizo mi piel y sonreí terminando de preparar su taza favorita, esa que tenía desde niño y donde aún tomaba la mayor parte de sus bebidas. Una con un hermoso cachorro de lobo negro que sonreía travieso mientras un conejo blanco huía de él.

-Estoy en la cocina, ven aquí - grité aún sabiendo que el no necesitaba las instrucciones. A los pocos segundos sentí sus fuertes brazos rodearme en un abrazo de oso mientras olfateaba mi cuello a gusto y soltaba pequeños bufidos de satisfacción - Eres todo un mimoso - el asintió aún sin hablar y yo sentí que mi vida era perfecta.

-¿Qué tienes que hacer hoy?

-Primero debo reunirme con los maestros para revisar juntos las nuevas aulas que tendremos disponible en un par de meses, debo visitar a Hyuna y a Nana para supervisar que tengan todo lo necesario en la enfermería. Luego almorzare con Jin y en la tarde ... - hice una pausa al sentir sus manos traviesas subir por mi pecho debajo de la ropa - Tendré que reunirme con Jimin y Hoseok - al decirlo el se separo lentamente y me miró.

-¿Quieres que yo lo haga por ti?

-Son mis responsabilidades y ellos son parte de nuestra manada, tarde o temprano tengo que socializar con ellos. Decidí levantar el castigo de Jimin y necesito hablar con Hoseok para saber si estaría dispuesto a impartir algunas materias en la escuela y algo más que le encantará.

-Eres tan maravilloso - sonreí y el beso mis labios con parsimonia, era dulce y lento pero sabia qué iba después por lo que me separé de él y coloque su hermosa taza de porcelana en sus manos - ¿Por qué me apartas?

-Tu sabes porque lo hago - le sonreí y le indiqué que se sentara en el desayunador.

-Omega malvado e injusto - reí fuerte y comencé a prepararle la mesa.

-Hace un minuto atrás era maravilloso y ahora soy malvado - el rodó los ojos y yo solté una risita - No puedo perder la mañana y dejarlo todo para después, ambos sabemos que una vez que empezamos no sabemos cuándo terminar - el bufo como un niño chiquito y tomo un sorbo de su café - Te recompensaré en la noche.

-Eso espero - le hice una mueca y el hizo el ademán de levantarse de la silla pero antes de que pudiera hacerlo salí corriendo en dirección al baño - Te atraparé omega malvado y cruel.

-Lo harás en la noche - grité desde el baño y comencé a arreglarme para el día de hoy.

En estas semanas luego de la ceremonia de liderazgo conocí a muchos lobos, algunos venían a mi por la solución de algún problema y otros simplemente porque querían conocer más acerca de mi. No podía negar que amaba sentirme útil para ellos por lo que cada día y cada tarea nueva me llenaba de alegría.

La mañana fue maravillosa mientras caminaba por la manada y todos me sonreían o saludaban felices, hasta el nuevo miembro Yoongi parecía adaptarse bien. Como no tenía permitido salir aún al bosque siempre se ocupaba de algo diferente, ayudaba a los más mayores con sus siembras o en la construcción de la nueva escuela, siempre hacía algo productivo.

El almuerzo con Seok fue tan bueno como siempre y disfrutar de la pequeña Nayeon fue una experiencia maravillosa, era increíble lo rápido que crecían los lobos. A pesar de tener solo unas semanas era bastante enérgica y risueña, muchas veces mi amigo solo quería dormir pero ella estaba activa riendo y sonando su juguete favorito, ese que le hizo su papá alfa.