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El celo lejos de ser una tortura había sido delicioso y estaba tan feliz de tener una familia, mi propia familia. La familia a la que había renunciado incluso antes de imaginar tenerla. En lo oscuro de mi mente me había resignado a vivir con mi madre hasta que esta dejara mi vida, a quedarme en el solitario lago hasta que los libros de la librería fueran demasiado familiares para mí que pudiera recordar cada palabra solo con el título de referencia.

Vivir solo, sin nadie a quien llamar "cariño", sin un hogar al que regresar después de un largo día o tan siquiera sin hijos de por medio. Me había resignado a esa visión de mi futuro y acostumbrado a la soledad y las palabras hirientes de quienes conocía.

Cómo no iba a estar feliz mientras era envuelto por esos grandes brazos que me apretaban con fuerza para que no pudiera huir, ni que quisiera hacerlo. Como podía ser infeliz o arrepentirme si su deliciosa respiración me hacía cosquillas en la nuca y el olor a menta y ron llenaba cada extensión de mi piel como el maravilloso perfume que era.

El celo había acabado pero aún así estaba lleno de expectativas acerca de mi futuro, aunque antes derramaba lágrimas cada que pensaba en mi futuro, hoy era feliz de imaginarnos viejitos en una cabaña mientras nuestros nietos correteaban por doquier. El futuro era maravilloso y esperanzador.

-¡Mm! Estabas despierto - le sonreí ampliamente y el beso la punta de mi nariz a modo de saludo - Me hubieses despertado antes.

-Me gusta verte dormir - sus ojos brillaron y sentí que mi corazón se saltaba un latido - Además en esta semana te he explotado un poco.

-Nunca seré un alfa explotado si es para satisfacer a mi omega. Ya que tu aroma y tu celo han disminuido, creo que podemos visitar a tu madre - bajé mi mirada y el levantó mi mentón rápidamente - ¿Qué sucede? ¿No quieres ir a verla?

-No estoy seguro de eso, me ha mentido por tantos años, que me es difícil verla ahora mismo. Aún viendo lo infeliz que era estuvo a punto de quitarme a mi lobo y la nueva oportunidad de ser feliz - sus ojos me miraban atentos mientras escuchaba mis palabras con paciencia - Si hubieses llegado un poco más tarde a mi vida, quizás nunca nos hubiésemos conocido.

-El hubiera no existe, yo llegue a tu vida en el momento indicado como tú llegaste a la mía justo antes de que me hubiera visto forzado a enlazarme con un omega que no amaba. Ambos llegamos a la vida del otro en el momento justo. La Diosa Luna nos unió justo cuando lo necesitábamos.

-Tienes razón - me aferré a él en un fuerte abrazo y enterré mi cara en su cuello degustando la mezcla de nuestros aromas - Podemos ir a verla y en la noche visitaremos tu nueva cabaña.

-Nuestra nueva cabaña - me corrigió y sentí mil mariposas recorrer mi estómago - Podemos hacer eso, pero antes debemos darnos un baño pues aún olemos a celo - su mano se dirigió a mi entrada y aguante la respiración un poco avergonzado - Esta hinchado ¿Duele?

-No duele - respondí sintiendo mi cara arder.

-¿Ahora te avergüenzas después de todo lo que hemos hecho en esta semana? - carcajeó bajito y yo golpeé su hombro sin hacerle daño.

-No te burles, el celo me dio valentía para pedir lo que quería.

-Todo lo que quieras puedes pedírmelo, omega - su ronca voz llamándome omega era demasiado sensual para mí - Todo lo que me pidas te lo daré - le sonreí antes de que el me besara suavemente. Un beso suave que me juraba amor eterno. En cuanto nuestros labios se separaron sentí su lengua pasar por la marca de unión - Aun no sana, supongo que no debimos renovarla tantas veces - su mirada preocupada calentaba mi pecho.

-Estará bien, sanará cuando menos lo imagines. Además no me importaría renovarla otra vez - le dije sintiendo mis mejillas calentarse y escuchando su risita.

The one in red Donde viven las historias. Descúbrelo ahora