DIECISEIS

3.7K 317 220
                                    

Elijah

- ¿No estas escuchando pedazo de mierda? - vocifero con enojo

Ian es tan estúpido, no entiendo como puede ser mi hermano

-Elijah- murmura

-No, hazlo ahora- advierto

Veo como la duda marca sus facciones.
No me importa, él debe hacerlo.

Durante muchos años estuve fuera de Alemania, estudie en Londres la cual me dio una mejor oportunidad de mejorar mi economía, trabaje en Rusia y ahora regreso como uno de los mejores arquitectos de Alemania.

Ian ha tenido todo en bandeja de oro, yo luche por lo que quería.

No quise el apoyo de papa, no cuando sabía que tarde o temprano me lo cobraría como lo hizo con el idiota que tengo frente a mí.

Se que estuvo casado y que dicho matrimonio no duro, todo por la rubia que se cree la dueña de medio país. La detesto, es una mujer insoportable.

-Me necesitaras- menciona y me burlo de lo que dice

-No necesito nada del idiota que dejo que su matrimonio terminara por una aventura con su asistente-lo miro con asco-, se mas profesional Ian, esas cosas son de gente mediocre y tú eres el líder.

-Ya veo porque Samantha te engaño con...-no termina de hablar cuando me levanto y solo de apretar el botón en la mesa entran dos guardias.

- ¡Largo, no quiero mierda en mi lugar de trabajo! - chasqueo los dedos y lo toman de los hombros y lo levantan de la silla empujándolo fuera de mi oficina.

Voy al minibar y me sirvo un poco de Jack Daniel's

Pensar en Samantha me da un dolor de cabeza, solo de pensar en lo que vi ese día me hace estampar mi copa en la pared

- ¿Está bien señor? – Ana, mi asistente entra con rapidez

Es muy eficaz

-Cancela todo para hoy...- cierro los ojos

-Pero tiene cita con...

- ¿No entiendes lo que te he dicho? O tengo que hacerlo yo- pregunto irritado

-Ahora lo cancelo señor-se marcha

Algunas veces pienso en como el idiota de mi hermano dejo ir a su esposa, es obvio que nunca la conocí, pero mama me conto que era una chica tierna, quizás por la edad.

El día había comenzado mal, pero empeoró con una sola mención de Ian. No había pasado ni cinco minutos desde que me soltó su comentario sobre Samantha, y ya sentía esa familiar punzada en el pecho. No importaba cuánto tiempo hubiera pasado, el dolor seguía ahí, latente, como un recordatorio constante de la traición.

Decidí que no quería ver a nadie. Tenía varias reuniones programadas, pero no estaba de humor para lidiar con clientes, por lo que le pedí a Ana que las cancelara todas.

Me recosté en mi silla, mirando el techo de la oficina, tratando de encontrar un punto de calma, pero la imagen de Samantha volvía una y otra vez a mi mente.

La puerta se abrió suavemente, y Ana asomó la cabeza.

—Señor Sawyer, lo siento, pero hay alguien que insiste en verlo.

—Dije que cancelaras las reuniones, Ana —respondí con fastidio. No quería lidiar con nadie en este estado.

—Es que... esta persona no parece estar dispuesta a irse sin verlo. Está bastante molesta porque usted canceló la reunión sin previo aviso.

Amor Inesperado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora