CAPÍTULO 21: MEW

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Despertar con Gulfie es mis brazos es de lo que están hechos los sueños. Me toma unos segundos darme cuenta de que estoy despierto y, sin embargo, mi chico todavía está en mis brazos. Está pegado a mí, medio encima de mí, como si tuviera miedo de que me escabulle. Atenúa un poco mi alegría saber que tomará tiempo antes de que confíe plenamente en que estoy comprometido ahora. Lo he rechazado demasiadas veces para que crea que todo estará bien ahora. Eso depende de mí, y haré lo que sea necesario para compensarlo.

Su rostro está inclinado en mi dirección, y mi corazón hace un gracioso tropiezo en mi pecho cuando observo su piel impecable, sus mejillas suaves y esos labios deliciosos que están fruncidos incluso mientras duerme. El suyo es el rostro que inspira alta poesía, si yo fuera el tipo de hombre que escribe esa mierda. Mi estilo es más libertino, supongo, pero maldita sea si no quiero hacer un video realmente bonito de él masturbándose y dándose placer a sí mismo ... solo para mi placer visual privado.

Gulfie deja escapar un suave gemido y luego abre los ojos. Tan pronto como me ve, el pequeño puchero en sus labios se curva en una dulce sonrisa. –Buenos días, Daddy–, dice, y mi corazón se tambalea de nuevo.

Hay algo en la forma en que dice esa palabra, con tanta alegría y orgullo. No es forzado o actuado, sino esta reverencia natural que me hace sentir tan fuerte y protector. –Buenos días, bebé–, le digo.

Al diablo con el aliento matutino, me acerco para darle un beso rápido. Bueno, esa era la intención de todos modos, pero una vez que esos suaves labios rocen los míos, necesito más. Gulfie es un jugador, rodando sobre mí y frotando su cuerpo contra mí como un gato mientras me permite saquear su boca, explorando cada rincón y grieta hasta que ambos estamos jadeando por respirar.

–Daddy Mew–, gime Gulfie cuando interrumpo el beso.

Hay suficiente gemido en su tono para hacerme sonreír. –¿Qué pasa, bebé?– Pregunto.

Sus labios se fruncen en un lindo puchero. –No puedes parar ahora, Daddy.– Frota su dura polla matutina contra mí como para subrayar su punto. –Justo estábamos llegando a lo bueno–.

Mis manos se envuelven alrededor de él, reclamando posesivamente su trasero. Aprieto esos dos deliciosos globos con suavidad, deleitándome con la suave piel bajo mis ásperas manos. –¿Mi chico se siente necesitado esta mañana?–

Él asiente. –Tengo una gran cantidad de necesidad almacenada para ti–. Entonces su puchero cambia a una expresión de preocupación. –No crees que te cansarás de eso, ¿verdad?–

No debería reírme de él, no cuando está claro que habla en serio, pero la pregunta es tan ridícula que no puedo evitarlo. –No creo que tengas que preocuparte por eso. Cada vez que te miro, quiero hacerte cosas. Cosas malas. Cosas traviesas. Cosas que implican doblarte en un montón de posiciones diferentes, y ver lo profundo que puedo llegar dentro de ti –.

La sonrisa de Gulfie es cegadora. –Soy bastante flexible, ¿te diste cuenta?–

Como para probar su punto, abre las piernas y mi mano derecha se desliza entre sus mejillas. –Lo hice,– digo, encontrando su entrada con mi dedo índice. Todavía está resbaladizo por la noche anterior, y me deslizo dentro de él fácilmente, ayudado por un poco de saliva extra. Sus ojos se agitan cuando un suave gemido sale de sus labios. –Pero no puedo esperar para probar tu flexibilidad yo mismo–.

Después de unos pocos golpes, puedo agregar un segundo dedo, y Gulfie deja caer su cabeza contra mi hombro, gimiendo mientras empuja mis dedos hacia atrás. Me encanta verlo, su expresivo rostro muestra todo lo que siente. Es fácil saberlo cuando golpeo el lugar correcto dentro de él, sus ojos se mueven hacia atrás ligeramente y su boca se abre en una pequeña O.

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