CAPÍTULO 17: MEW

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–Mew, es tan bueno verte.–

No he visto a Hunter Tronco en dos años, pero su abrazo se siente tan familiar como si nos hubiéramos visto ayer. Es gracioso decirlo, pero el hombre da los mejores abrazos, con contacto corporal completo y dos brazos fuertes y peludos que te rodean con fuerza. No le teme a la intimidad, este tipo, y se nota en todo. Por otra parte, hay una razón por la que ahora se conoce con el sobrenombre de Daddy.

–De vuelta a ti, Hunter–, le digo.

Me suelta con un último apretón y me guiña un ojo. –¿No vas a usar mi apodo?–

Mi sonrisa es amplia. –Amigo, no te voy a llamar Daddy. Al diablo con el puto no.–

–Bastante justo. Pero tienes que admitir que el nombre me queda bien.–

Le doy una buena mirada, desde su camiseta ajustada hasta los jeans que abrazan sus muslos del tamaño de un árbol y las botas resistentes. Oh, sí, tiene la vibra de Daddy. –Te ves muy caliente–, le digo. –Si yo fuera, ya sabes, veinte años más joven, un pasivo y un jovencito lindo, me inclinaría por ti en un santiamén. Lamentablemente, no soy ninguno de esos, así que no tienes suerte aquí. –

Me da una fuerte palmada en la espalda y tengo que prepararme para el impacto. –No estaba proponiendo.–

–No pensé que por eso estabas aquí. Entonces, ¿por qué estás aquí? Lo último que supe es que estabas viviendo en Nueva York–.

Hunter es dueño de un conocido club en Nueva York que atiende a una amplia gama de problemas dentro de la comunidad gay. Él mismo es un Dom, aunque por lo que sé, no uno cuyas preferencias caen en los extremos del espectro.

Un destello de algo nubla sus ojos. –Nueva York ya no me funciona. Estoy buscando empezar de nuevo–.

Resisto la tentación de hacer preguntas. Conozco a Hunter desde hace mucho tiempo, y si quisiera que lo supiera, me lo diría. –¿Aquí en Los Ángeles?–

Sacude la cabeza, se inclina hacia atrás en su silla y cruza las manos detrás de la cabeza. –Las Vegas.–

Silbo entre dientes. –Del frío noreste al desierto, ¿eh? Eso es un gran cambio–.

–Esa es toda la idea–, dice. –Algo nuevo, algo fresco.

Construyéndolo desde cero. Y ahí es donde tú también entras–.

Me tiene curioso ahora. –¿Quieres abrir un nuevo club en Las Vegas?–

–No un club, un estudio de pornografía. Y me encantaría contar con tu ayuda–.

Me inclino hacia adelante, apoyando los brazos en mi escritorio.

–Está bien, te estoy escuchando.–

–Mi idea es establecer un tipo de estudio de pornografía muy específico. El porno gay, obviamente, pero dirigido a los elementos perversos de nuestra comunidad. Sé que hay un mercado para ello, pero también sé que es difícil hacerlo bien. Gran parte del porno supuestamente pervertido es ridículo porque es muy malo o no sigue los estándares aceptados –.

–Quieres decir seguro, cuerdo, consensual–, digo.

Hace un gesto con la mano para indicar que eso no es exactamente lo que quería decir. –Prefiero el término RACK, torcedura consensual consciente del riesgo, pero creo que nos estamos refiriendo a lo mismo. Si vamos a mostrar torceduras, especialmente donde hay algún tipo de desequilibrio de poder, tenemos que demostrarlo correctamente. Quiero crear videos de alta calidad que muestren lo hermoso que puede ser el kink, pero que también demuestren cómo hacerlo de manera consensuada. Y me encantaría que estuviera afiliado a los Ballsy Boys, considerando la reputación que ya has construido –.

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