CAPÍTULO 20: GULFIE

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–Te llevaré a la cama ahora–, dice con firmeza.

–Sí, Daddy.–

Mew envuelve sus manos alrededor de mis muslos y se pone de pie, sosteniéndome como si no pesara nada. Comparado con él, supongo que no, pero la demostración de fuerza hace que mi polla se estremezca y mi corazón lata más rápido. Esto realmente está sucediendo.

Envuelvo mis piernas alrededor de las caderas de Mew, mis brazos alrededor de su cuello, y froto nuestras narices con una sonrisa en mis labios.

–¿Qué estás esperando, Daddy?– Bromeo, sacando la lengua para rozar sus labios.

–No tomes prestado problemas, bebé. Más descaro y podría tener que castigarte –.

Gimo y me muevo contra él, mi polla atrapada dentro de mis ajustados jeans, presionada contra su estómago. Puedo sentir su erección vestida de mezclilla rozando la curva de mi trasero. Considero por un segundo si un castigo valdría la pena. Imaginar a Mew tirándome en la cama, bajándome los pantalones y azotando mi trasero rojo antes de tomarme duro y áspero, usando mi agujero para su propio placer hasta que estoy suplicando por su liberación, tengo líquido preseminal mojando mi ropa interior.

Mew aprieta mis nalgas en sus manos e inclina su rostro hacia el mío.

–Dale un beso a Daddy–.

Sin necesidad de que me lo digan dos veces, presiono mis labios contra los suyos, dejando escapar un chillido de sorpresa contra su boca cuando comienza a llevarme hacia su habitación. Su lengua se mete en mi boca y gimo a su alrededor, feliz de tener una parte de él llenándome. A diferencia de los otros besos que hemos compartido, ya no parece que Daddy Mew se esté conteniendo. Me está besando completo, profundamente, con avidez, como si no pudiera tener suficiente, como si me estuviera reclamando como suyo. Hago pequeñas embestidas contra él, mi polla y mis bolas ya duelen por alivio.

–Un chico tan ansioso. ¿Te vas a portar bien y me vas a dejar jugar contigo?

–Sí, Daddy.– Asiento con entusiasmo, agarrándolo con más fuerza mientras me baja a la cama, sin querer soltarme.

Me quejo mientras él quita mis brazos y piernas de alrededor de él y da un paso atrás, parándose a los pies de la cama y mirándome.

–Desnúdate para Daddy–, ordena, sus ojos oscurecidos por la lujuria, el bulto en sus pantalones me hace querer rogar y quejarme hasta que llena mi necesitado agujero. Pero puedo ser un buen chico para Daddy... esta noche al menos.

Agarro el dobladillo de mi camisa y lo arrastro lentamente hacia arriba, exponiendo mi pequeño vientre, mis pezones puntiagudos, y finalmente me lo saco por la cabeza y lo tiro a un lado. Me desabrocho los jeans y empiezo a bajármelos hasta que me quedo con nada más que mi jock negro, cubierto con mi erección.

Deslizo mis manos en la cintura del deportivo, pero Mew me detiene. –Déjalo puesto por ahora–.

–Sí, Daddy.–

Sus ojos brillan con aún más calor, su mano se frota arriba y abajo de la parte delantera de sus pantalones.

–Date la vuelta para mí. Quiero lamer tu bonito agujero –.

Casi me rompo el cuello rodando tan rápido. Inclino mis caderas y levanto mi trasero en el aire como la pequeña zorra que soy, envolviendo mis puños alrededor de sus suaves y caras sábanas y volviendo la cabeza para mirar a Mew por encima del hombro.

Se lame los labios y me mira con ojos hambrientos. Se desabrocha los pantalones y mete la mano dentro, acariciando su polla sin sacarla. Me quejo en protesta, queriendo ser yo quien juegue con su gran y sexy polla.

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