43: The Opposite of Erectile Dysfunction

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Autor: giotto84115

Pareja: Serizawa x Reigen

Palabras: 7143

Advertencias: Smut

Original: https://archiveofourown.org/works/43131948

Resumen:
Reigen obtiene una maldición que lo pone muy caliente, Hoyuelo no está, entonces se ve obligado a pedirle a Serizawa que la exorcice.

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Reigen no quería ir a trabajar ese día.

No estaba del todo seguro de cómo había sucedido, pero sabía que estaba maldito. Podría haber sido una maldición para él tener mala suerte, o estar enfermo, o tener una muerte dolorosa y horrible, pero no. Tenía que ser esto.

Había aceptado un trabajo de exorcismo el día anterior, esperando que Serizawa fuera con él, pero una emergencia con la familia de Serizawa había hecho que Reigen tuviera que aceptar el trabajo solo. Pensó que no pasaba nada, pues casi todos los "exorcismos" de los que se ocupaban acababan siendo de personas que preferían creer que sus problemas eran obra de alguna fuerza sobrenatural antes que tener que solucionarlos. Por lo general, Reigen podía fingir que exorcizaba al espíritu, mientras solucionaba sutilmente el problema del cliente sin que éste se diera cuenta. Sin embargo, esta vez era diferente, un hecho del que Reigen no se daría cuenta hasta que fuera demasiado tarde.

El exorcismo había sido en un love hotel, lo que daba a Reigen otra razón para estar de contento con la ausencia de Serizawa. Aunque hubiera sido capaz de manejarlo, estar en un love hotel a solas con el hombre del que estaba enamorado (casi definitivamente no correspondido) desde hacía meses era una experiencia que Reigen se sentía cómodo saltándose. Había entrado en la habitación donde se decía que se alojaba el espíritu, cuando fue golpeado por una repentina -muy embarazosa- sensación.

Se le había puesto dura.

La señora que lo había contratado había mencionado una sensación similar que invadía a los huéspedes del hotel, esa era la razón por la que había contratado a Reigen en primer lugar. También había mencionado que los efectos en las víctimas anteriores no habían desaparecido hasta pasado un mes. Reigen había pensado que los huéspedes estaban cachondos después de haber practicado sexo; normalmente había una explicación razonable para este tipo de cosas. Pero después de experimentarlo de primera mano, supo que no era una coincidencia.

Después de decirle a la señora que sus poderes eran demasiado fuertes para derrotar al espíritu sin destruir el hotel, le había asegurado que un socio suyo llegaría lo antes posible para encargarse de todo. Todo esto, por supuesto, se lo había explicado con un cuaderno que cubría su vergonzosa erección. Después, se había apresurado a volver a casa, evitando las zonas concurridas.

Su polla se había calmado desde entonces, pero descubrió que hasta la cosa más pequeña podía hacer que su erección volviera con toda su fuerza. Era como si volviera a ser un adolescente, pero aún peor. Casi cualquier cosa podía ponerle de los nervios, y era insoportable. Al principio, había hecho lo que cualquier adulto razonable haría: masturbarse, pero no sirvió de nada para aplacar su calentura desenfrenada.

Decidió intentar dormir, pero después de despertarse con la erección matutina más dura de su vida, llegó a la conclusión de que la maldición había llegado para quedarse.

Por lo general, Hoyuelo se comería la maldición, pero el pequeño verde de mierda había decidido huir de nuevo. Reigen no estaba seguro a dónde había ido, pero a pesar de sus constantes peleas, deseaba desesperadamente que regresara. No es que contarle a Hoyuelo sobre esta maldición no fuera increíblemente vergonzoso -incluso pensar en ello hacía que se le revolvieran las tripas de espanto- pero, el espíritu era la mejor opción que tenía. Se burlaría de él y lo llamaría idiota; Reigen dudaba que fuera algo que el espíritu le permitiera olvidar, pero sabía que Hoyuelo finalmente lo liberaría de la maldición.

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