Jimin sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, como si una mano invisible le rozara la nuca. Los pelos de su cuello se erizaron, y una brisa helada llenó la habitación. Inquieto, abrió los ojos, intentando despejar la sensación. Miró a su alrededor; todo seguía igual. Sin embargo, algo había cambiado.
Minho permanecía en sus brazos, su pequeño cuerpo de pronto se sentía cálido. Él mismo se sentía cálido, con la mente despejada y relajado, no sentía absolutamente nada, como si todo lo que vivió nunca hubiera pasado.
De repente, una luz brillante iluminó la habitación, rompiendo la penumbra con destellos intermitentes. Jimin, aún con Minho en brazos, se levantó y miró hacia la ventana.
Era el faro.
El faro de la playa, a lo lejos, estaba encendido, y su luz giratoria iluminaba el terreno de la residencia, atravesando la oscuridad. El haz de luz por momentos alcanzaba la cara de Jimin, deslumbrándolo por breves instantes. Mientras observaba el faro, una suave sonrisa se dibujó en sus labios. Había olvidado cuánto había echado de menos aquella luz reconfortante.
Pero algo más llamó su atención. En el patio, un niño pequeño corría, atravesando la oscuridad hasta detenerse en medio del terreno. Jimin entrecerró los ojos, tratando de distinguir mejor al niño. Y entonces lo vio con claridad: era él mismo, pero de pequeño. Su versión infantil lo miraba desde la distancia. No sintió sorpresa ni miedo, solo una extraña serenidad. El niño le sonrió y levantó la mano para saludarlo antes de volver a correr, perdiéndose en las sombras.
Una voz familiar rompió el silencio.
-¿Papi, ya me puedo despertar?
Jimin miró hacia abajo, su corazón palpitando de nuevo. Corrió la manta que cubría a Minho y lo observó. Estaba despierto. El brillo en los ojos de Jimin se intensificó, y una sonrisa enorme y luminosa se apoderó de su rostro.
-Claro que sí, hijo. -respondió Jimin, su voz cargada de amor y confort. No pudo evitar llenar el rostro de Minho de besos, abrazándolo con fuerza, incapaz de contener su felicidad.
Estaban finalmente juntos.
-Papi, espera. -dijo Minho con seriedad-. Tengo que contarte algo.
-Dime, cielo. -Jimin lo miró expectante.
-Encontré las monedas del muz. Así que puedo pedir un deseo.
Jimin sonrió, intrigado.
-¿Y qué quieres pedir?
Minho levantó la vista hacia la puerta, sus ojos brillando con una luz inocente.
-Quiero que te quedes a cuidar de todos nosotros.
Jimin levantó la mirada, siguiendo la dirección en la que Minho había mirado, y lo vio. Todos los niños estaban ahí. Estaban sentados en sus camas, con pijamas, observándolo con atención. Sus rostros irradiaban una mezcla de curiosidad y esperanza. Y entonces, Taehyung apareció. Abría lentamente la puerta de la habitación, con su uniforme azul, el rostro descubierto y su máscara colgando de la mano.
Taehyung caminó hacia Namjoon, el niño ciego, y lo tomó suavemente de la mano, guiándolo hasta Jimin. Aunque Namjoon no podía ver, había aprendido a moverse por el orfanato con una seguridad asombrosa, memorizando cada rincón, cada paso, cada olor, las voces, todo. Cuando Namjoon llegó frente a Jimin, levantó las manos y comenzó a tocar su rostro, sus dedos explorando cada rasgo con delicadeza.
Los demás niños observaban expectantes, conteniendo el aliento.
-¿Es...? -susurró Taehyung, su voz suave y llena de anticipación.
ESTÁS LEYENDO
El Orfanato ➳ KookMin
FanficJimin junto a Jungkook, su marido, deciden comprar el orfanato en el que pasó su infancia con el propósito de restaurar el edificio abandonado y reabrirlo convertido en una residencia para niños discapacitados. Una vez allí, descubre que el viejo lu...