Bungoutober

animales salvajes

Puro día innecesario, ya saltemos todo y vayamos a los que puedo hacer romances tontos en dónde el shin Soukoku es lo primero, esto se siente tan deprimente como mi vida.

Era una bestia, un ser hambriento y violento, no conocía más que la violencia, así lo veía Atsushi a su tigre, este ser que existía en él, un muchacho tan amable como para poner en riesgo su vida solo con ayudar a un loco que se lanzó a un río, así era Atsushi quien odiaba su habilidad, no la podía controlar y cada vez era más violenta, tan indescifrable como los secretos de su pasado, unos que ni Atsushi era capaz de comprender.

En algún momento dejó de verlo como una bestia, por lo menos no tan violenta como antes, era si un animal, uno que se protegería siempre, que aprendió a morder, gruñir y arañar con el fin de protegerse, de buscar comida y dónde tener lugar para dormir, era un ser simple, pero demasiado inconsciente de sus acciones, no era egoísta, simplemente no tenía la capacidad de entender las emociones de los demás, Atsushi por desgracia era demasiado emocional, le importaban tanto las personas que llegaba a un punto que aquello que ni siquiera hacía él se sentía responsable, era un idiota por eso, quizás debia ser más como ese animal que vivía en su interior, pero por desgracia era humano y como cualquiera de su especie pensaría demasiado en su opinión sobre si mismo, de las personas sobre él y de la vida en general, los animales se mueven por impulsos, si tiene hambre buscarán de comer, si tienen sueño se tirarán en algun lugar, harán lo que ellos desean, las personas son más complicadas haran todo lo que los hagan o crea que lo hará sentir bien, aunque esto no se lo que desean realmente, es extraño esa naturaleza humana luchando contra sus instintos primitivos de ellos como animales, pensantes, pero animales al final del día.

Atsushi era la demostración de esa contradicción hecha persona, era casi como una metáfora de los deseos internos de las personas, su tigre y su realidad, una persona amable, como dos seres cambiantes y que lucharon hasta ahora encontrar el balance, o quizás solo era un montón de tonterías psicológicas, solo era la mala suerte de Atsushi atacando otra vez, una persona demasiado amable teniendo un maldito gato gigante que le gusta romper cosas el cual come tanto como un ejército o tal vez todo al mismo tiempo, no importaba al final del día no importa, porque Atsushi es quien está atrapado en esa situación.

Odio a su habilidad, deseo no tenerla, y en su situación actual le era difícil saber si le gustaba siquiera estar vivo, todo el dolor que vivían las personas que más amaba por tener la desgracia de conocer la habilidad de Atsushi, era casi un crimen su existencia.

Pero también había un problema, una cosa que impedía que esté odio creciera llevándolo a tomar decisiones tan radicales como alejarse del mundo, y eso era que si bien el existir era un crimen, al mismo tiempo eso le ayudó a salvar a otros, proteger al débil, le permitió conocer personas tan maravillosas, quiénes le ayudaron a ser no solo más fuerte, sino también más consciente del sufrimiento a su alrededor, a veces no se puede evitar el dolor, pero la compañía durante esa época es quizás un consuelo, el tigre le permitía tener ese privilegio, acompañar personas sufriendo, cuidarlos, ayudarlos y quizás hacerlos un poco más fuertes, tener el poder del tigre más la infinita empatía de Atsushi hacía que desearas hacer más, crecer, ya no había miedo, solo más fuerza, al igual que le paso a Atsushi con la agencia.

El saber que podría controlar su poder con la ayuda de la habilidad de Fukuzawa además de la confianza de la agencia, siempre se encargaría de hacerlo sentir fuerte con su presencia.

Quizás su relación con su bestia en su interior era más complicada de lo cual Atsushi podría explicar, hasta ahora siempre existirán dudas de cómo conviven juntos, pero estarían atrapados hasta el final de la vida de ambos, a veces ese día parecía tan lejano como cercano.