Búsqueda del tesoro

21 3 4
                                    

Parte buena de tener muchas ideas en el tintero: tengo algo para hacer los días en los que no tenga ideas.

Parte mala desprecio los finales ya que no están bien desarrollados.

Atsushi caminaba hacia ese altar con todo el miedo del mundo, sintiendo su corazón aplastarse, no quería casarse, Pero como Omega tenía la obligación, se casaría, tendría hijos con este alfa extraño y entonces su vida se acabaría, porque así lo veía, sus sueños de viajar por el mundo, de conocer otras culturas, más personas, idiomas, artes y literatura quedaron destruidos el día en que su padre adoptivo dió su mano, Pero más que por ser Omega es por la leyenda que rondaba en el pueblo, desde que era un niño, que en sus ojos al verlos lo suficiente encontrarás un tesoro, su padre lo adoptó por eso, Pero jamás encontró nada, pensó que dárselo a un hombre más capaz como llamaba a su prometido, este encontraría el tesoro y como prometió le daría una parte.

Atsushi sabía que de no seguir la idea del camino ideal del Omega, este hombre quizás le sacaría los ojos en busca de una respuesta sobre el tesoro.

Entre más el barco se alejaba del puerto el miedo en Atsushi crecía, sus manos se tomaban, Pero él no decía o hacía nada, se quedaba quieto, rezando para que una ola se lo llevará para siempre.

Entonces pasó, escucho un grito y cuando todos voltearon vieron personas armadas con espadas y pistolas, apuntando a los invitados, fue rápido, estaban rodeados, los pocos que podían defenderse fueron básicamente lanzados por la borda o golpeados como muestra del poderío de aquellos piratas, una mujer de cabello rubio daba las órdenes con una pistola apuntando a quien se le ocurriera desobedecer, parecía ser omega igual que Atsushi que no sabía en qué momento terminó atado junto su prometido, Pero seguía entumecido por la situación, quizás también arrojarían su cuerpo por la borda o los alfas que habían en el lugar tuviera otras ideas, ya nada le importaba, si pudiera elegiría su destino, que sería lanzarse, sentía como todas sus esperanzas se habían apagado, lo único que le quedaba era un tesoro, un sueño, una ilusión que jamás se completaría.

La mujer se acercó a Atsushi, tomó su rostro mientras con él arma quitaba algunos cabellos de sus ojos,— ¡Tachihara! — llamó la mujer mientras revisaba su cara con gran detenimiento, buscando algo, detenido su mirada en los ojos de Atsushi, quien alguna vez los amo, aunque ahora odiaba porque le trajeron tanta pena a su vida.

El muchacho antes nombrado llegó, de cabello rojizo, una cicatriz sobre la nariz, parecía alfa y por algún motivo obedecía a la mujer,— ¿Tu que crees que diga el capitán? — dijo la mujer,— Si, yo creo que al capitán le gustaría Higuchi-nee-san — soltó el joven,— Llévatelo — ordenó la Omega que ahora reconocía como Higuchi, el joven desató a Atsushi para que pudiera caminar, aunque sus manos seguían restringidas para que no pudiera escapar,— ¡Bien! — soltó con una sonrisa antes de dar un disparo al aire para llamar la atención de todos,— ¡BIEN IDIOTAS! ¡TOMÉ TODAS LAS JOYAS QUE QUIERAN RÁPIDO PORQUE PARTIMOS! — gritó la mujer a lo que el suelo continúo y bastante rápido, mientras Atsushi era llevado por el joven a punta de pistola, su prometido quiso argumentar, el no perdería ese tesoro, el resultado fue un tiro en la pierna por parte de Higuchi que lo sujetó del cabello antes de apuntar con su arma al hombre,— Hey… — llamó su atención antes de darle un par de golpes en la cara con el cañón que aún estaba caliente,— Ese Omega es el tesoro de mi capitán, si el capitán Akutagawa lo quiere, lagarto negro lo consigue — dijo Higuchi,— ¿¡No es así compañeros!? —.

— SÍ, HIGUCHI-NEE-SAN — respondieron al unísono la tripulación, mientras la gente se aterraba, al escucharlos.

Lagarto negro, la tripulación pirata más cruel y violenta de todas, hundían barcos por diversión aún sin necesitar de robar nada, la marina no los cazaba, ellos cazaban a la marina, los caza recompensas hace mucho dejaron de buscarlos, para buscar un tesoro era primero necesario saber si no le pertenecía a lagarto negro primero, se decía que su brutalidad se debia a su capitán, un alfa llamado Akutagawa, quien las malas lenguas decía robaba ojos de Omegas, que supuestamente le llevaban a los mejores tesoros del mundo.

Atsushi sintió como si corazón se detuviera mientras era llevado hasta el barco pirata.

— ¿Higuchi-nee-san que hacemos con este barco? — preguntó Tachihara a lo que la mujer los miró de arriba a abajo,— Como el capitán Akutagawa siempre dice, quemen hasta las cenizas — respondió la mujer ignorando los gritos de ayuda de las personas.

***

Atsushi estaba sentado en una oficina, había pinturas de todas partes del mundo, libros, mapas, todo tenía un gusto exquisito en la decoración, llegando a haber joyas tiradas en el lugar demostrando la riqueza del hombre conocido como el perro del infierno.

La puerta detrás suyo se abrió, no tuvo el valor de voltear aún estando desatado, mantenía la mirada en un punto de la pared, diciendo que esto no era posible, esto no le estaba pasando.

Atsushi sintió como lo tomaban con brusquedad del rostro, en ese momento vio el rostro de ese hombre, delgado, con unos ojos tan fríos y desolados como una noche en el océano.

El hombre analizaba sus facciones, mientras Atsushi apenas si podía respirar.

— Jinko… — fue todo lo que salió de la boca de aquel pirata antes de básicamente caer de rodillas para abrazarse al Omega igual que un náufrago a un trozo de madera en una tormenta,— Ryu… — dijo en susurro Atsushi, mientras las lágrimas se acumulaban aferrándose a su único amor, el capitán Akutagawa Ryunosuke.

— Lo lamento… Perdón por todo lo que pasaste — se disculpó rogando por la misericordia de aquel Omega que negaba,— Me encontraste… Pensé que te habías olvidado de mí —  dijo sintiendo como si su corazón estuviera por salirse de su pecho,— Jamás lo haría. Cuando volvió al pueblo te habían adoptado y llevado, pero jamás te deje de buscar, busque en todas partes, es más así hice está tripulación — explicó Akutagawa, busco en barcos que vendían Omegas, en elegantes cruceros, en la marina misma, se frustraba al no ver a Atsushi, además de descubrir las condiciones donde tenían a los Omegas o betas, al final hizo su tripulación con personas que sacaba de esos lugares, algún que otro alfa se unía, pero su tripulación era más de Omegas y betas, la mayoría del tiempo al salvarlos, les daba un arma, en ese momento les decía que hicieran lo que desearan con sus captores, siempre terminaba en masacre, de ahí nació la reputación de su tripulación, le servía, él tampoco era amable, era un hombre exigente, la incompetencia y el miedo eran sus armas, quien se quisiera ir podía hacerlo, pero la mayoría se quedaba por el sentimiento de libertad, tener tantos Omegas hizo que la leyenda que les sacaba los ojos naciera, más que nada ya que siempre decía que buscaba un tesoro especial, los ojos de un Omega con un color singular.

Ésos eran los de Atsushi, quien ahora en sus brazos sentía su corazón latir por primera vez.

Atsushi había perdido mucho la fé hacia mucho tiempo de encontrarse con Akutagawa, su destinado, de niños cuando Akutagawa estaba luchando por ser aceptado en cualquier barco pirata de su pequeño pueblo, un sitio donde la piratería abunda y no existe la ley, es que ambos se conocieron, Akutagawa era lo que en ese lugar se les llamaba agua de mar; Es decir nunca se quedaba quieto, siempre moviéndose, pocas veces pasaba noches en el orfanato y prefería vivir en el puerto, buscando un barco que quisiera llevarlo.

Al mismo tiempo estaba Atsushi, quien al ser Omega jamás podría vivir esa vida, no sin salir herido, Pero se mantenía con esperanza, con Akutagawa habían soñado que el día en que Akutagawa se hiciera con su propia tripulación viajarían por el mundo juntos, siendo ambos piratas.

Akutagawa se fue no sin antes acariciar el rostro de Atsushi y decirle que él, sobre todo sus ojos eran su mayor tesoro, porque le mostraban un mundo lleno de felicidad.

La historia se distorsionó en algún punto, lo cual llevó a la situación actual, de modo que Akutagawa tomaba toda la culpa, debió tener más cuidado con sus palabras o hacerse un nombre en la piratería antes.

— No es tu culpa, es de ellos, ellos me lastimaron y tú me salvaste — aseguró con una sonrisa sin soltar a su pareja,— Aún así tengo culpas, me encargaré de recomendarte — aseguró Akutagawa antes de sentir como Atsushi acariciaba su cabeza,— ¿Cómo harás eso? — preguntó con duda genuina,— Te llevaré a conocer el mundo entero, todo lo que tengo ahora y siempre será tuyo — dijo con voz tranquila, a lo que Atsushi sonrió antes de tomar el rostro de Akutagawa,— Ahora solo te quiero a ti —.

— No deberías pedir algo que ya te pertenece desde hace mucho —.

Bungoutober Donde viven las historias. Descúbrelo ahora