18 - Hastur

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Odiaba ir a ese lugar, todo era demasiado verde y alejado del mundo para su gusto.

No había nada divertido para hacer y la gente parecía estar loca vistiendo todos iguales.

- ¿Por qué tengo que venir aquí? - se queja -

- Hastur tienes que aprender del negocio de la familia lo antes posible - dice su padre con seriedad y luego pensó en sus palabras - esto no es solo un negocio, es nuestro más importante tesoro.

- ¿Qué tienen de especial? - dice molesto mientras desde la ventana ve que se acercaban al pueblo -

- Poco a poco hablaremos de eso a medida que crezcas - contesta su padre - ahora solo quiero que te ambientes con el lugar.

- Es imposible ambientarse en un lugar tan aburrido - vuelve a quejarse hasta que siente que su padre con sus feromonas ferozmente mandaba a que se callara a menos que estuviera dispuesto a recibir las consecuencias de lo que quiera seguir opinando -

Se mantuvo callado, siempre iban en la mañana, todo el mundo trabajaba y parecía abandonar el centro del pueblo. Jugaba a tirar piedras cerca de una fuente, esperando a que su padre terminara de negociar, hasta que un dulce, pero muy tenue aroma lo cautivo.

Eso llamó su atención y comenzó a seguir el rastro, era muy tenue, pero en ese extraño sitio apenas podía oler feromonas, así que era fácil de seguir. Se alejó de la casa principal y aunque perdió el rastro vio un poco más lejos un granero, aunque ya no podía olerlo, sabía que el rastro de feromonas seguramente seguiría hasta ahí.

Al acercarse escuchó voces y pudo avistar a dos niños. Uno era alto, parecía ser el mayor, tenía una mirada decidida y no paraba de moverse. Mientras que el otro era más pequeño, tenía cabello rubio y estaba concentrado dibujando, al respirar profundamente noto que el suave aroma venía de ese chico rubio.

- Es insoportable - se quejó el niño más alto - dice que debo ser el primero en despertarme y el último en dormirme ¿Cómo puedo saber a qué hora duerme la última persona del pueblo?

- Mi padre dice lo mismo - alegó el niño rubio que dibujaba en su cuaderno - así que debe ser lo correcto.

- Pero a ti no te despiertan primero - vuelve a quejarse el chico -

- Yo voy a ser alfa - dice el pequeño sin apartar su mirada del dibujo - no tengo que preocuparme por eso - dice orgulloso - solo debo encargarme de que mi pareja esté bien.

- Serás bueno en eso - juega con una rama pegándole a un montón de heno - tu madre es muy atenta con tu padre.

- Dijo que me enseñaría muchas cosas más adelante. Dice que me volverá una persona resistente.

- Mientras tanto mi madre se está adelantando y enseñándome todo ahora - dice agotado -

- Serás líder Uziel - dice el niño mirándole un momento - es importante.

- Lo sé... pero... es posible que tú lo seas también Amara.

- Yo no puedo serlo - dice molesto - no sé mantener mis feromonas y mis emociones como tú. Que sea tan torpe solo puede ser porque seré alfa.

- Es verdad - dice Uziel - te pude oler varias veces hoy.

- Si - dice decaído - seguramente me castigarán al volver a casa por eso.

- Tal vez cuando sea líder mi regla va a ser que no puedan castigar a los niños, por eso - piensa en voz alta -

- Eso podría ser problemático - Amara cierra su cuaderno - hay que enseñarles a controlarse.

AvariciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora