Reencarnaste en el vasto y peligroso mundo de One Piece, un universo que creías ficticio pero que ahora es tu realidad. Te llamas Asteria, y naciste en una isla tranquila, un refugio de paz donde los problemas parecían no existir. Tu deseo más profu...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
8 años después
Era una tarde tranquila como todas las demás para la familia de Asteria Shinoda. El sol brillaba suavemente sobre la playa, pintando el cielo con tonos cálidos de naranja y rosa. Elara, la madre de Asteria, había preparado un encantador picnic sobre una manta a cuadros, esperando pacientemente la llegada de su esposo mientras observaba a su hija jugar alegremente en la orilla del mar.
Asteria no era una niña común; siempre había algo mágico en su conexión con el océano. Desde muy pequeña, solía decir que el mar la llamaba, como si las olas susurraran secretos solo para ella. "¡Mira, mamá!", exclamó Asteria mientras corría hacia Elara con un cangrejo en sus manos pequeñas, sus ojos brillando de emoción.
Elara abrió los ojos con sorpresa, pero pronto una sonrisa cálida iluminó su rostro, encantada por las ocurrencias de su hija. Las olas del mar lamían sus pies antes de retirarse, dejando una sensación de frescura en la piel. La arena áspera y granulada se sentía familiar bajo sus pies, y el olor a sal marina llenaba el aire, evocando una sensación de comodidad y hogar. El viento juguetón alborotaba su cabello, despeinándolo con suavidad.
Elara sonrió al viento, apartando con delicadeza el cabello que caía sobre su rostro, colocándolo detrás de una oreja. "¿El mar te llama?" preguntó con curiosidad.
Asteria asintió con entusiasmo, sus ojos fijos en el horizonte. "Está diciendo cosas," respondió con la seriedad de quien guarda un secreto importante.
"¿Cómo qué?" inquirió Elara, intrigada por las palabras de su hija.
Asteria miró hacia el vasto océano, sus dedos de los pies se curvaban en la arena cuando el agua volvía a bañarlos suavemente. "Bienvenido a casa," susurró, como si el mar le hablara directamente al corazón.
Elara contempló a su hija con ternura, comprendiendo que Asteria compartía un vínculo especial con el mar, uno que iba más allá de las palabras. Mientras el sol comenzaba a descender en el horizonte, madre e hija se quedaron allí, disfrutando de la serenidad del momento, con el sonido rítmico de las olas como banda sonora de su tarde perfecta.
Asteria, con una sonrisa radiante en su rostro, miró a su madre con ojos brillantes y exclamó: "¡Madre, me di cuenta de algo increíble sobre mi nombre y apellido!"
Elara, intrigada, miró a su hija interesada en lo que tenía que decir. "¿De qué se trata, querida?" preguntó con una sonrisa.
"Mi nombre es Asteria y significa 'luz estelar'. ¡Es como una estrella brillante en el cielo!" explicó Asteria con entusiasmo, sus manos gesticulando para enfatizar sus palabras.
"Y mi apellido es Shinoda, que significa 'campo de bambú'. ¡Imagina un lugar tranquilo lleno de bambúes!" continuó, sus ojos reflejando la imagen que había creado en su mente.
"Entonces, cuando los junto, significan 'Luz estelar en el campo de bambú'. ¡Es como si mi nombre estuviera iluminando un lugar pacífico!" concluyó Asteria, su voz llena de orgullo y alegría.
