XXXIII. Miedo

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Taeyong intentó contener la respiración cuando escuchó los suaves pero firmes pasos de Yuri acercándose a la habitación de Doyoung, la cuál aún compartían, con la diferencia de que su primo no aceptaba que durmiera en el piso así que compartían la cama. Pensaba que cuando creciera esa sensación de terror ante ella se iría, pero para desgracia de su yo pequeño no era así.

– Levántate. Ya son las seis.

Yong fingió dormir, pero se estremeció ante el fuerte pellizco que la mujer hizo en su muslo.

– Taeyong es enserio. Necesitamos ir a recoger el dinero.

– Mi mamá dijo que ella me acompaña después. – susurró con timidez, cubriéndose el rostro con el cobertor. – Más tarde.

– No creas que me hacen tonta huerfanito imbécil. La vez pasada me dieron menos dinero de lo que te dan ¿Quieres que te dé de baja de la escuela?

– Fue porque necesitaba comprar libros...

– ¿Y tu supuesta mamita no podía comprartelos? Está bien. No vamos pero te cambio de escuela entonces. Buscaré la más mediocre para que esté a tu nivel.

El adolescente se levantó sin atreverse a mirarla, pues ya sabía que probablemente tenía su expresión burlona que soportaba cada vez menos. Se vistió en silencio apenas ella se fue y miró a Doyoung dormir plácidamente, ajeno como siempre a todo.
Sólo por él no le daba lo mismo que Yuri lo cambiara de escuela, pues a fin de cuentas no creía que fuera a llegar muy lejos. Doyoung y Jaehyun eran muchísimo mejores estudiantes que él.

Se preocupaba al pensar en su primo yendo y regresando en su silla de ruedas solo. Doyoung tenía la suerte de ser agradable y caerle bien a todos, pero eso no le quitaba dificultades en sus traslados. Le gustaba ir y venir juntos.

– ¿Yong? ¿A dónde vas?

Doyoung entreabrió sus pequeños ojos y estiró los brazos para que Taeyong lo abrazara.

– Iremos a cobrar lo del seguro. – susurró, inclinándose hacia él para hacerse cariñitos. Doyo estaba muy calientito. – Duerme Doyis. Te amo.

– Ba... Yongie. ¿Ya estás listo? – Yuri entró muy sonriente, apartándolo para ella besar a su hijo. – Hijito duerme un rato más. Tu primo y yo volvemos pronto.

– ¡Yo voy con ustedes! Y desayunamos afuera.

– No sé Doyis. Hace frío.

– Mamá. Por favor... Ándale di que si.

– Está bien príncipe. Vistete y te esperamos.

Doyoung se levantó y se sentó por su cuenta en su silla, yéndose directo al baño. Yuri le soltó una bofetada apenas desapareció de su vista.

– Mi Doyoung está desvelado porque a diferencia de ti, él si es inteligente y estudioso. Seguro lo despertaste para que fuera contigo y hacerte el imbécil.

– No. Él se levantó solo, enserio...

– Ve a ayudarlo a prepararse.

No pasaron ni veinte minutos cuando los tres emprendieron su camino. El banco no quedaba demasiado lejos del departamento, pero aún así llevó empujando a su primo todo el camino, haciéndolo reír cuando se echaba a correr. Una parte de él estaba muy angustiada por cobrar el dinero, quería hacerlo frente a su primo para evitar que Yuri se lo terminara quedando. Y la otra se distraía fácilmente con Doyoung, como ahora que le daba besitos en el cuello mientras el mayor intentaba apartarlo sin mucho esfuerzo.

– Ya es tu turno, Taeyong. Vamos.

Los tres entraron juntos, pero el más joven se adelantó para digitar su clave, casi tamborileando por la urgencia que tenía.

Angel Baby - Jaeyong Donde viven las historias. Descúbrelo ahora