8 Decisiones

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Anon vio la invitación como una oportunidad para ganarse el favor de su suegro. Quizás esta sea mi oportunidad de impresionarlo, pensó, con una mezcla de determinación y nerviosismo. Naser, por su parte, no podía ocultar su ansiedad. Sabía que cuando Anon lo intentaba demasiado, las cosas podían salir increíblemente bien... o de la peor manera posible.

Para sorpresa de ambos, Ripley no solo había invitado a ellos dos, sino también al Tío Moe, el mejor amigo de Ripley.

La rivalidad entre Ripley y Moe en los bolos era legendaria; Ripley nunca había podido vencer a Moe en este deporte, aunque en el golf los papeles se invertian.

Cuando llegaron a la bolera, Ripley sugirió formar dos equipos: él y Anon contra Moe y Naser. Anon sintió una oleada de presión inmediata. ¿Compañero de equipo de mi suegro? Pensó, sintiendo cómo su corazón aceleraba.

Sabía que no era muy bueno jugando a los bolos, y ahora tenía que intentar impresionar al hombre que más deseaba ganarse.

Naser, por otro lado, solo podía preocuparse por las posibles catástrofes. O esto será un éxito total, o el desastre más épico..., pensó, observando cómo Anon se colocaba los zapatos de boliche con una expresión de concentración que parecía exagerada para el juego.

Cuando el juego comenzó, la rivalidad entre Ripley y Moe se hizo evidente desde el primer lanzamiento. Moe, con su estilo relajado pero preciso, siempre derribaba los pinos con facilidad. Ripley, aunque más frío y calculador, no quería quedarse atrás. Los dos intercambiaban miradas competitivas mientras Anon y Naser intentaban seguir el ritmo.

Anon, sin embargo, luchaba. No era terrible, pero tampoco podía igualar la habilidad de Naser, quien jugaba con naturalidad y confianza.

Cada vez que Anon lanzaba, podía sentir los ojos de Ripley sobre él. Vamos, no lo arruines, no lo arruines... pensaba, intentando mantener la calma. Pero cuando uno de sus lanzamientos terminó en una canaleta, Anon apretó los dientes, sabiendo que no estaba dando la talla.

Naser, aunque compitiendo contra Anon, no podía evitar sentir lástima por su amigo. Lo está intentando demasiado... pensó, observando cómo Anon respiraba hondo tras cada jugada.

Finalmente, el juego llegó a su fin. Moe y Naser ganaron, como era de esperar. Naser, aunque respetuoso, sonrió ligeramente satisfecho. Sabía que Moe siempre había sido invencible en los bolos, y esa victoria no era una sorpresa para nadie.

Sin embargo, cuando todo terminó, Anon, con la respiración algo acelerada, esperaba la reacción de Ripley. ¿Estará molesto? Se preguntaba, sintiendo que su desempeño había sido mediocre.

Para su sorpresa, Ripley lo miró con su habitual expresión fría, pero en lugar de una reprimenda, le dio un leve asentimiento. —Buen trabajo, chico, realmente te esforzaste. —

Las palabras de Ripley, aunque escuetas, fueron un alivio para Anon. No me odia. Eso ya es algo pensó, mientras soltaba un suspiro aliviado.

Pero Ripley remato diciendo —que no se te suba a la caebza—

Por su parte, Naser observó la interacción con sorpresa. Sabía que su padre no daba elogios a la ligera, y aunque la felicitación había sido breve, era más de lo que esperaba. Moe, dándose cuenta de la situación, sonrió divertido y le dio una palmada en la espalda a Ripley.

Siempre tan duro, Ripley, — bromeó Moe, mientras Ripley lo miraba con una mezcla de —competitividad y respeto. — Pero no te preocupes, Anon. Este viejo zorro también me daba lecciones cuando tenía tu edad. —

Dos perdedoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora