€ Alla lejos, en el fondo €

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El instituto organiza una excursión sorpresa, un retiro de dos días en las afueras de la ciudad, en Moncayo. Destino a reforzar la convivencia y el trabajo en equipo. Martin no está particularmente emocionado, ya que no le gustan los ambientes donde debe interactuar demasiado con otros. Sin embargo, Juanjo lo ve como una oportunidad para escapar de la presión familiar, aunque no lo confiese abiertamente.

El autobús está lleno de risas y conversaciones animadas, mientras Martin se sienta junto a Chiara y Ruslana. Juanjo, por su parte, termina al otro lado del pasillo, cerca de sus amigos, Denna e Irene, pero no puede evitar que sus ojos se deslicen de vez en cuando hacia Martin, que parece cada vez más incómodo.

Durante el viaje, el autobús se detiene inesperadamente debido a un problema mecánico, lo que obliga a todos a salir y esperar al lado de la carretera. Es un momento incómodo para Martin, que evita el contacto visual con los demás, prefiriendo quedarse cerca de sus amigas. Ruslana nota su incomodidad y le susurra:

—Parece que te encantaría estar en otro lugar.

Martin sonríe de lado, pero no responde. Chiara, siempre tan perceptiva, lanza una mirada a Juanjo, que finge estar hablando con Lucas, pero sus ojos vuelven a encontrarse brevemente con los de Martin.

Una vez que el autobús está arreglado, continúan el viaje hacia un campamento. La primera actividad es una caminata, que se convierte en un desafío tanto físico como emocional para Martin, quien se rezaga al final del grupo. Ruslana y Chiara lo acompañan, preocupadas por su estado de ánimo, pero él insiste en que está bien.

Esa noche, después de las actividades, todos los estudiantes se reúnen alrededor de una fogata. Es un momento de calma, pero también de vulnerabilidad. Martin se sienta más lejos del fuego, mientras observa cómo Juanjo parece integrarse con sus amigos, aunque sus ojos se pierden en la distancia.

Al siguiente día se movieron de lugar, el autobús estaba lleno de risas, conversaciones triviales y el sonido del viento golpeando las ventanas. Los estudiantes parecían relajados, emocionados por alejarse del ambiente académico y disfrutar de unos días en la naturaleza. Martin estaba tranquilo, el simplemente mantenía la mirada fija en el paisaje que se desdibujaba a través de la ventana.

Juanjo, sentado unas filas atrás, observaba a Martin sin saber muy bien por qué. Había algo en la forma en que se mantenía distante, pero se le veía tranquilo. Aunque no se conocían demasiado, Juanjo sentía una necesidad creciente de acercarse a él. Pero no podía hacerlo aún, no cuando Martin no estaba listo para dejar entrar a nadie. Juanjo intentó ignorar los pensamientos que le estaban empezando a inundar la cabeza y continuo hablando con sus amigos.

La primera parada fue un área tranquila junto al río, donde los profesores permitieron a los estudiantes explorar un poco, ambiente perfecto para martin, ubicación incorrecta. Ruslana y Chiara se mantuvieron cerca de Martin, riendo por cosas triviales. Aunque Martin les sonreía y se podría decir que estaba feliz y tranquilo, su mente estaba en otro lado, en un lugar que lo atormentaba desde hacía tiempo. Había un peso que cargaba, una sombra en su vida de la que nadie sabía, algo que se había empeñado en mantener oculto.

Caminaron un rato cuando de repente Chiara habló.

-Oye, Martin - le dijo Chiara dudosa.

-Dime kiki - le respondió este con un tono de curiosidad.

-¿Jugamos a lo que hacíamos cuando pequeños? - le dijo Chiara, seguido por el aliento de Ruslana.

—¡No puedo creer que sigas pensando en eso! —dijo, tomando una ramita del suelo y jugando con ella—. Hace siglos que no lo jugamos.

SlowburnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora