§ Ahi estare §

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Juanjo estaba sentado con Denna, Irene y Lucas, mientras todos compartían historias de la caminata del día. El ambiente era relajado, sin la presión habitual de las clases, y se sentía como un respiro bien merecido para todos. Denna, siempre con su risa contagiosa, jugaba a intentar leer las expresiones de Lucas, quien tenía fama de mantener siempre un rostro serio.

—¡Vamos, Lucas! No puedes ser tan inexpresivo todo el tiempo —decía Denna entre risas, mientras Irene sacudía la cabeza, tratando de contener la suya.

—Es un don —respondió Lucas, tratando de mantener su seriedad, aunque un brillo en sus ojos lo delataba.

Juanjo, que observaba la escena, se unió a las risas. Era extraño para él sentirse tan relajado, pero estaba disfrutando el momento. Sin embargo, una parte de su mente estaba ausente, preguntándose dónde estarían Martin, Ruslana y Chiara. No los había visto desde la caminata, y aunque no lo admitiera, le preocupaba un poco que Martin estuviera solo.

Del otro lado, no muy lejos del grupo de Juanjo, Martin estaba sentado con Ruslana y Chiara. Las chicas, que lo conocían desde hacía años, podían notar que algo no estaba bien con él, aunque no decían nada. Sabían que Martin no era de los que compartían sus sentimientos fácilmente. Sin embargo, el ambiente era tan tranquilo que, por un momento, todos decidieron disfrutar el presente.

—Te ves pensativo, Martin —comentó Ruslana, rompiendo el silencio que había entre ellos.

Martin levantó la vista, sonriendo apenas.

—Solo estaba recordando los viejos tiempos —respondió.

—¿Viejos tiempos? —Chiara lo miró con curiosidad—. Come on, no puedes ser tan dramático. Todavía somos jóvenes.

—Bueno, sí, pero me refería a cuando éramos más pequeños y jugábamos aquí en el bosque —explicó Martin, dejando escapar una pequeña risa.

—¡Oh, es cierto! —Ruslana se emocionó, recordando de inmediato—. Solíamos jugar a "El escondite silencioso".

—Ese juego era una locura. —Chiara rió con nostalgia—. Nos tomábamos tan en serio no hacer ruido que a veces parecíamos ninjas.

Martin sonrió más abiertamente. "El escondite silencioso" era un juego que solían jugar cuando eran niños, siempre que sus padres los traían de campamento a este mismo lugar. Consistía en esconderse, pero sin hacer ningún sonido. El primero que fuera descubierto o hiciera ruido debía contar un secreto o confesar algo divertido. Era un juego que, a lo largo de los años, había llenado de risas cada rincón de aquel bosque.

—Me acuerdo que una vez, Chiara no pudo evitar estornudar y nos reímos tanto que casi nos descubren los adultos —dijo Ruslana, riendo al recordar el momento.

—¡Well, no fue mi culpa! —se defendió Chiara, aunque no pudo evitar reírse también—. Alguien puso polvo en el aire justo donde yo estaba.

Martin sacudió la cabeza, todavía sonriendo.

—Eran buenos tiempos —murmuró.

—Aún pueden serlo —dijo Ruslana, con una mirada más seria—. No todo está mal, ¿sabes?

Martin la miró por un segundo, sabiendo que ella percibía más de lo que decía. Era como si Ruslana siempre supiera cuándo algo no iba bien, incluso cuando él intentaba ocultarlo. Pero no quería hablar de eso en ese momento, no quería que su mente volviera a lo oscuro, no mientras estaban allí, en un ambiente tan relajado.

—Tal vez —respondió, desviando la vista hacia el fuego.

—Vamos, deberíamos unirnos al juego de los demás —sugirió Chiara, señalando al grupo de Juanjo que, entre risas, comenzaba otra ronda de adivinanzas.

SlowburnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora