El nuevo Taisho, un día nada peculiar

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Todos los presentes estaban muy emocionados esperando el nacimiento del cachorro de Inuyasha y Kagome lo que me extrañaba ya que había gran probabilidad de que este naciera hibrido como su padre. ¿A caso era que a ellos no les importaba las diferencias de especies? Muchas preguntas como esa inundaban mi mente y me hacían preguntarme una y otra vez como era posible que todos esos humanos se alegraran del nacimiento de un hibrido, un ser que no pertenecía ni al mundo humano ni youkai.

Inuyasha miraba fijamente la entrada de la cabaña esperando a que Rin o la anciana Kaede salieran y le dijeran como había resultado todo. El era primerizo en ese asunto por lo que se encontraba muy nervioso desenado nada le pasara ni a su manada ni a su cachorro.

—Tranquilo Inuyasha, ya verás como todo sale bien —Le dijo el monje intentando calmarle sin éxito.

—El tiene razón, Inuyasha Kagome es fuerte librara esto —Dijo la exterminadora.

—Ya lo sé pero aun así no puedo calmarme —Inuyasha les contesto sin mirarles.

—Son solo los nervios del padre primerizo —Dijo el demonio zorro.

—Enano guarda silencio, no creo que tú seas el más apto para decir eso teniendo en cuenta que aun eres un niño —Le dijo Inuyasha aun sin apartar la vista de la cabaña.

—Yo ya no soy un niño —el zorro se quejo.

Con el pasar los minutos Inuyasha se iba desesperando poco a poco hasta que al no soportarlo más se dispuso a entrar de una vez a la cabaña pero en esto Rin salió a informar como estaba todo.

—Felicidades señor Inuyasha ­—le dijo muy emocionada.

— ¿Cómo están? —le pregunto casi al instante pero ya más calmado.

—Están muy bien —le informo.

Con esas palabras los aldeanos empezaron a festejar el suceso, reían, aplaudían y sonreían en verdad les daba gusto ese nacimiento.

— ¿Qué es? —Inuyasha le pregunto ya calmado.

—Es un muy saludable barón —le dijo muy feliz a lo que Inuyasha le respondió con un una gran sonrisa, realmente estaba alegre con ese día.

Una vez que los aldeanos se fueron Inuyasha, el monje, la exterminadora y el zorro entraron seguidos de Rin. Al adentrarse a la cabaña se toparon con la miko abrazando a su hijo con gran cariño y a la anciana limpiando todo.

—Kagome... —Fue lo único que dijo Inuyasha antes de sentarse a su lado.

—Por fin está con nosotros —Le dijo la miko dándole al pequeño que yacía durmiendo envuelto en una manta.

Inuyasha al tomar a su hijo en brazos tenía mucho cuidado, temía de lastimarlo ya que ante él se veía muy frágil.

— ¿Ya han pensado en un nombre? —Les preguntó la anciana Kaede.

— Si, se llamara Hoshimaru —Inuyasha les informo sin dejar de mirar a su pequeño que ahora igual lo miraba con sus ojos ámbar. El pequeño era prácticamente idéntico a su padre, tenía el mismo color ojos, las mismas orejas, el color de cabello, todo.

Todos miraban con ternura al nuevo integrante de la familia.

— Inuyasha llévalo con Sesshomaru —La miko le pidió.

— ¿Sesshomaru? –Inuyasha miro a su esposa incrédulo.

—Sera todo lo que quieras pero aun así es su tío quieras o no y si no lo aceptara al menos debería conocerle... —Kagome le explico mirándolo suplicante.

—Bien, bien lo hare aunque no me agrada esto —Le dijo antes de salir de la cabaña.

Yo me encontraba recargado en un árbol no muy lejano muy sumido en mis pensamientos.

—Sesshomaru —me llamo sin muchos ánimos.

— ¿Qué quieres Inuyasha? —le respondí mirándole de reojo.

— Que no piensas venir a conocer a tu sobrino —me respondió cierto recelo.

—No tengo interés de conocer a un nuevo hibrido —Le conteste abúlicamente.

—Maldito —dijo entre dientes pero aun así comenzó a caminar hacia mí—. Aunque no es de mi agrado la idea de que estés cerca de Hoshimaru Kagome considera que aunque no le vayas a aceptar deberías al menos conocerle.

— Hm —Al escuchar eso mire a mi hermano y después a su cachorro.

—Cárguelo Sesshomaru-sama —dijo Rin caminando a donde estábamos.

—Deja de ser tan orgulloso, no te morirás por tocar a un hibrido —me dijo con el ceño fruncido mientras ponía al recién nacido en mis brazos.

Al tenerlo sentía una extraña sensación recorrer mi cuerpo. No era molestia pero tampoco sentía cariño hacia el cachorro pero algo me impedía siquiera pensar en hacerle daño. Solo lo tuve por unos segundos antes de devolvérselo a Inuyasha y darme media vuelta.

—Rin es hora de irnos —le dije antes de empezar a caminar.

—Si —fue lo único que dijo antes de tomar a Ah-Un y montarse en el.

Durante el camino de regreso un profundo silencio inundo todo el viaje. Yo no tenía nada que decir y Rin temía mencionar si quiera algo relacionado con ese día.

El viaje se hizo demasiado tedioso causando pareciese una eternidad cuando ni siquiera llegaba a tres horas volando normal.

((Perdonen que se los deje tan cortito y sobre todo tal demora mía en actualizar, me esforzare por ser más recurrente con esto y tratare que sea semanal o antes ya que he tenido mucho trabajo :p escolar, bien sin más los dejo chicos))

Sentimientos ocultos: un trágico amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora