El pasado de Risei: 3° parte

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Ya habían pasado cuatro años desde aquel encuentro con Sesshomaru y sus amigos. Ahora era un joven, y demasiado joven diría yo, youkai pues poseía quince años, no es mucho tratándose de youkais pero al menos ya era más seguro de mi mismo, había aprendido a usar por completo aquella flauta que se me fue entregada por mi querida madre. Aun tenía esperanzas en que nos volveríamos a encontrar, de que me reuniría nuevamente con mi padre y madre.

-Vaya –exclamé—parece que hoy habrá un buen día –dije feliz.

Iba de una región a otra sin miedo de nada con el único objetivo de encontrar a mis padres. Pero jamás creí ese sería mi último día de libertad.

No muy lejos del lugar un grupo de reconocimiento del clan Mitsuki se encontraba buscando algo y sin querer termine por ir a donde ellos. Estaba corriendo por lo que solo salte sobre ese grupo, pero al hacerlo quedo al descubierto mi flauta la cual ellos claro no perdieron detalle de ella.

-¿Que no es esa la flauta que nos ordeno buscar y con ella al portador? –dijo uno de los youkai.

-Si es esa, por fin lo hemos encontrado –contesto el otro youkai.

-De qué diantres hablan –dije sin detenerme.

En un abrir y cerrar de ojos toda una jauría estaba frente a mí. Uno de los youkai me golpe desde abajo en la barbilla causando que yo callera fuertemente de espalda pues lo hizo justo cuando yo estaba saltando.

-Oye a que ha venido eso –me queje levantándome del suelo—yo no les he hecho nada, así que apártense se mi camino –gruñí molesto.

-Eso jamás, por su culpa mataron a uno de los príncipes Mitsuki –me gruño otro youkai que se ponía en guardia listo para atacarme.

-No sé de que estén hablando pero yo no eh hecho nada que atente contra el clan Mitsuki ni ningún otra –les respondí mientras disponía a irme de aquí lugar.

De lo que no me enteraba era que estaba a solo unos kilómetros del palacio del oeste y que en él se encontraba Nibori Mitsuki, líder del clan Mitsuki, guerrero frio y despiadado que era conocido por torturar a sus oponentes sin piedad hasta la muerte.

-Avisen al lord –le dijo un youkai a otro.

Los miraba fijamente pues me comenzaban a rodear. Di unos pasos hacia atrás y me prepare también para atacar.

Pasaron varios minutos en lo que nadie movía ni un musculo solo nos mirábamos fijamente pensando en una estrategia, en una forma de atacar, yo claro solo trataría de paralizarlos o dormirlo aunque ahora ya sabía usar ataques letales que aun no me atrevía a poder en práctica en el combate.

Después de aproximadamente cinco minutos más un fuerte gruñido o tal vez rugido se escucho por todo el bosque. Parecía molesto, furioso. Me quede como piedra, ¿Cómo era ese ser? ¿Era poderoso? ¿Quién era? ¿Tendría alguna posibilidad contra él? Infinidad de preguntas invadieron mi cabeza, sentía miedo, temía por mi vida, aquel gruñido  no debía ser de un youkai cualquiera y estaba en lo cierto. Luego de un par de minutos sentí una extraña presencia detrás mío y al girarle divise una macabra mirada que me veía fijamente lo que causo que un escalofrió recorriera todo mi cuerpo pero aun así di un gran salto hacia atrás poniendo un poco mas de distancia entre los dos.

-¿Quién eres? –pregunte un poco temeroso.

-No creí que fueras tan joven, que lastima que no hayas podido vivir más la vida –dijo aquel ser.

No dejaba de ver fijamente a aquel ser. El me daba mala espina, sentía que si le apartaba la miraba unos segundo seria lo suficiente para que el acabara con mi existencia en un abrir y cerrar de ojos.

-No me importa que seas aun un cachorro, las cosas no cambiaran –desaparición frente a mis ojos.

Miraba de un lado a otro, temía por mi vida. De un momento a otro sentí como algo me sujetaba del cuello. Al divisar bien me di cuando de que ese ser me sujetaba con su mano. Me lanzo fuertemente contra el suelo y comenzó a atar mis muñecas.

-Por fin, por fin te encontré maldita escoria del infierno –me dijo muy molesto- ahora te hare pagar por tu desacato, te hare sufrir lenta y dolorosamente. –dijo antes de sujetar aquellas cadenas que había usado para atar mis muñecas levantándome y mostrándome una gran sonrisa sádica.

Me quede literalmente en un profundo shock. Esa mirada mostraba grandes deseos de sangre, sufrimiento, dolor, tortura, lamentos, venganza, pero también mostraba tristeza y un profundo dolor. No entendía nada, no sabía que pasaba, yo no era inocente, jamás había causado la muerte de alguien.

El youkai me volvió a azotar contra el suelo haciendo que escupiera sangre. El golpe fue tan fuerte que me hizo quedar inconsciente por varios minutos.

Cuando me desperté me exalte al darme cuenta de que me encontraba encadenado al suelo de una especie de arena de combate.

Comencé a sentir muchas presencias a mi alrededor lo que me hizo voltear hacia arriba encontrándome con los llamados daiyoukai. No los conocía en persona pero había escuchado hablar sobre ellos.

-Por fin despiertas cachorrito –aquella voz me hizo tensarme. Al mirar de donde provenía me encontré con el mismo youkai de antes.

-¿Quién demonios eres? ¿Dónde estoy? ¿Qué hago aquí? –le pregunte un tanto alterado.

-Bien ya que te irá muy mal y no sobrevivirás te diré todo, yo soy Nibori Mitsuki. Se te será juzgado y se te dará una sentencia –explicó.

-Pero yo no eh hecho nada –le grite lo que causo cierta molestia en el.

-Maldito –sus garras se alargaron.

-Tranquilo Nibori, haber dinos lo que tu deseas hacer –dijo Saoron quien en esa época era el señor del este.

-Lo que yo pienso hacer, pues lo que hare será hacerle pagar por lo que causo le pasara a mi hijo –gruño.

-Okey entiendo eso Nibori, primero debes mostrar pruebas de que él es el culpable –dijo Baion, el señor del sur.

-Miren –les mostro mi flauta. Todos los presentes se quedaron mirando en silencio al parecer algo asombrados.

-Creo que no podemos hacer nada –dijo Saoron.

Nibori sonrió sádicamente. Se me acerco con un látigo comenzando a golpearlo contra el suelo con gran fuerza. Me quede paralizado.

-Sufrirás cachorrito –me dijo antes de comenzarme a golpear con aquel látigo.

Era tanta su fuerza que con solo el primer golpe me hizo caer al suelo.

-No puede ser que seas tan débil –me gruño y siguió con los latigazos.

Trate de contener los gritos lo más que pude. Pero cuando ya no resistí más me queje con pequeños gruñidos.

El youkai causante de aquel dolor insoportable en todo mi cuerpo me pateo fuertemente en el estomago haciéndome salir volando y estrellarme contra el muro de aquel lugar.

-¡Ah! –solté un grito desgarrador.

-Eso es –dijo mostrando una expresión sádica, realmente disfrutaba de mi sufrimiento.

Sentimientos ocultos: un trágico amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora