Zip tenía sus manos apoyadas sobre una pared, su vestido blanco estaba levantado hasta su espalda y Solace estaba detrás de ella, con una mano agarraba firmemente su cadera y la otra sostenía su cola de dinosaurio, mientras que se encargaba de entrar y salir de ella repetidas veces causando un escalofrío a la contraria.
-Ugh~... m-más despacio...- decía Zip entre gemidos bajos.
-No puedo... tú sabes lo mucho que me encantas~...- respondió Solace con una voz baja y llena de deseo. Particularmente a Solace siempre le ha gustado a Zip y siempre se lo decía a su amiga Viollet, y quién sabe por qué le gusta.
-Que rico aprietas Zip~...- dijo Solace mientras seguía moviéndose dentro de ella con fuerza y rápidez.
Cada movimiento del contrario hacia que Zip largara más gemidos placenteros, el sudor de sus caras se deslizaba por sus frentes y mejillas y caían a quién sabe dónde. Desde los ojos de Solace se apreciaba la figura de Zip: ella de espaldas y su culo chocando varias veces contra la pelvis del contrario, sintiéndose la humedad entre estos cuerpos. El nombre de Solace aparecía en los gemidos de la peliblanca-negra, le excitaba escuchar cómo sus labios pronunciaban su nombre con aquella voz quebrada por el placer, y eso lo impulsaba a seguir embistiéndola con pasión.
Después de unas cuantas estocadas ambos llegan al orgasmo, Zip antes que Solace, y el semen se quedaba en el interior de la contraria.
Días después...
Solace tocó la puerta de la casa de Viollet y ella le abre.
-Ah, mi pana Solace- sonríe.
-Hola causa, vine a preguntarte algo...
-Ajam, dime.
-¿De casualidad sabes dónde venden sillas de ruedas?
-Ni idea, ¿por qué?
-Pues...- sonríe sutilmente.
Viollet se queda pensando un momento hasta que se da cuenta y choca su mano contra su cara.
-Dios mío...
-Jeje...
•☆•
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
