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Era una mañana tranquila cuando Shoto bajó las escaleras de la casa familiar, vestido con una camiseta negra bastante holgada y unos pantalones deportivos gris oscuro. Aunque su apariencia generalmente era impecable y más formal, hoy su ropa le quedaba claramente más grande de lo normal, pero no parecía incomodarle en lo más mínimo. Bajó en silencio, como siempre, con esa calma habitual que lo caracterizaba.

La casa estaba en paz. Rei estaba en la cocina, preparando algo ligero, mientras Keigo revisaba su móvil en el sofá. Fuyumi se encontraba sentada en la mesa con una taza de café, sumergida en la lectura de un libro de cocina. Al lado de ella, Tomura hojeaba una revista de manera distraída, aunque su mirada ocasionalmente se dirigía hacia la puerta, como si estuviera esperando que algo sucediera.

Rei fue la primera en notar a Shoto.

— ¡Buenos días, cariño! —lo saludó con una sonrisa cálida, girándose para mirarlo—. ¿Dormiste bien?

— Sí, bastante —respondió Shoto con su habitual tono tranquilo, mientras se sentaba en la mesa.

Keigo levantó la vista de su teléfono y sonrió al verlo.

— Vaya, Shoto, parece que hoy te sientes más relajado de lo normal —comentó Keigo con una sonrisa juguetona—. No sueles vestir así.

Shoto simplemente le devolvió una mirada serena, sin decir nada.

Fuyumi, alzando la vista de su libro, se fijó en la ropa de su hermano menor y frunció ligeramente el ceño. Era obvio que algo en su atuendo no cuadraba, pero no le dio mucha importancia.

— Esa camiseta… ¿es nueva? —preguntó Fuyumi, observando la tela negra que colgaba ligeramente de los hombros de Shoto.

— No exactamente —respondió él, tomando un sorbo de agua sin ofrecer más detalles.

Antes de que pudieran profundizar más en el tema, Natsuo y Touya entraron juntos en la cocina, aún con los efectos del sueño visibles en sus rostros. Ambos saludaron con un movimiento de cabeza y se dirigieron hacia la cafetera. Fue Natsuo quien notó primero el atuendo de su hermano.

— ¿Te compraste ropa nueva, Shoto? —preguntó Natsuo en tono despreocupado mientras se servía una taza de café.

Shoto lo miró de reojo, pero no respondió de inmediato. Se limitó a un encogimiento de hombros, como si no entendiera el motivo del interés.

Touya, en cambio, no dejó pasar la oportunidad de comentar.

— Esa camiseta te queda un poco grande, ¿no crees? —dijo con una sonrisa pícara mientras tomaba asiento junto a Tomura—. No parece tu estilo habitual.

Tomura, que había estado observando la escena con aparente desinterés, alzó una ceja, dejando la revista a un lado. Su mirada recorrió el atuendo de Shoto con una mezcla de curiosidad y diversión.

— ¿Desde cuándo te gustan las camisetas gigantes? —preguntó Tomura con su tono despreocupado, aunque con un brillo divertido en los ojos—. No me digas que ahora te has vuelto fan de la ropa holgada.

Shoto, incómodo por la atención que estaba recibiendo, decidió desviar el tema.

— ¿Y mi papá? —preguntó de repente, mirando a Rei.

Rei se volvió para responder, pero Keigo se adelantó con una sonrisa despreocupada.

— Oh, Enji salió temprano a comprar... ¿cómo era? Ah, sí, ¡más carbón para la parrilla! —explicó Keigo con un tono animado—. Al parecer quiere hacer una parrillada este fin de semana. ¡Ya sabes cómo se emociona con esas cosas!

Fuyumi soltó una leve risa, y Natsuo resopló.

— ¿Parrillada? —repitió Natsuo con incredulidad—. ¿En serio? Pensé que ya habíamos superado esa fase suya.

— A papá siempre le ha encantado preparar carne asada —intervino Fuyumi—. Aunque siempre termina dejando que alguien más cocine.

— Y probablemente lo hará otra vez —añadió Tomura en tono sarcástico, ganándose una sonrisa de Keigo.

Shoto suspiró aliviado internamente. Al menos, el cambio de tema había funcionado, y sus hermanos ya no estaban centrados en su atuendo. Sin embargo, Touya seguía mirándolo con una sonrisa divertida.

— Seguro que Enji no se dará cuenta de tu ropa, pero no te sorprendas si se confunde y te pregunta si tienes frío —bromeó Touya, provocando unas risas en el grupo.

— Mientras estés cómodo, eso es lo importante —agregó Fuyumi con su voz tranquila, intentando disipar cualquier incomodidad que Shoto pudiera sentir.

Shoto asintió en silencio, agradecido por la distracción temporal. La conversación continuó en un tono ligero, enfocándose en los planes de la semana y en las pequeñas anécdotas que habían acumulado durante los últimos días. Aunque había un ambiente relajado, la ropa de Shoto seguía siendo un punto de curiosidad que no acababan de soltar del todo.

De repente, el sonido del móvil de Shoto interrumpió la conversación. Él lo sacó de su bolsillo y miró la pantalla, observando el nombre que aparecía.

— Tengo que atender esta llamada —dijo en voz baja, mientras se levantaba de la mesa.

— No tardes mucho, Shoto —dijo Rei con su habitual tono suave—. Vamos a terminar de desayunar pronto.

Shoto asintió sin decir más y subió las escaleras, alejándose de la conversación. Touya, Natsuo y Tomura intercambiaron miradas, pero ninguno comentó nada más sobre la llamada. Parecía que todos sabían respetar su espacio. Keigo se limitó a sonreír, y Rei lo observó con la tranquilidad de una madre que confía en su hijo.

El resto de la familia continuó disfrutando del desayuno, aunque en el aire aún quedaba la ligera duda sobre la procedencia de la ropa de Shoto.


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