13

199 29 0
                                    

Touya recorrió el parque en silencio, hasta que sus pasos lo llevaron cerca de un banco junto a la laguna. Ahí, envuelto en sus pensamientos y con la mirada perdida en el reflejo del agua, estaba Shoto. Su hermano menor, quien parecía sumido en una quietud tan profunda que apenas se percató de su presencia.

—¿Pensabas quedarte aquí toda la noche, Shoto? —preguntó Touya, rompiendo el silencio, aunque su tono no era de reproche sino de suave preocupación.

Shoto alzó la mirada lentamente, sorprendido al principio, pero luego asintió con un suspiro, sin intentar ocultar la frustración en su expresión.

—Necesitaba alejarme —admitió Shoto, apartando la vista hacia la laguna—. Sentí que... que lo arruinaron todo.

Touya se sentó junto a él, respetando el espacio pero mostrando que estaba ahí para escuchar. —¿Te refieres a la musulmana?

Shoto hizo una pausa y asintió. —Sí. Ellos no entienden lo que siento por Katsuki. Pensé que con el tiempo, al conocerlo, lo aceptarían, pero... —se interrumpió, su mirada volviéndose seria y tensa—. No puedo soportar que lo traten así, Touya. Katsuki puede ser terco, incluso agresivo, pero el es distinto conmigo, y lo único que quiero es que tú y los demás lo vean como yo lo veo.

Touya suspiró y miró hacia el agua, sabiendo lo difícil que era para Shoto ser tan abierto con sus emociones. —Shoto... no tienes idea de lo difícil que es para algunos de nosotros... para mi, aceptar que estás creciendo, que tienes una vida fuera de esta familia. Pero, para ser honesto, creo que lo que me cuesta aceptar es que amas a alguien que no encaja con lo que pensé para ti.

Shoto lo observó en silencio, notando la sinceridad en las palabras de su hermano mayor.

El silencio entre ellos fue cómodo, cada uno inmerso en sus pensamientos mientras la brisa fresca de la noche les daba la bienvenida. Finalmente, Touya rompió el silencio, con una voz baja y un tono más serio de lo habitual.

—Así que... ¿de verdad lo quieres, eh? —preguntó, sin rastros de burla en su tono, algo inusual en él.

Shoto asintió lentamente, sus ojos clavados en el suelo. —Sí, Touya. Katsuki... —su voz se tornó suave, como si sus pensamientos fueran difíciles de expresar—. Él me hace sentir en paz, de una forma que no esperaba. Es complicado y desafiante, pero... me entiende. A su manera, me hace sentir que no necesito ser alguien más, que está bien ser quien soy. —Shoto suspiró, antes de mirarlo de nuevo—. Katsuki puede ser terco, y sé que tú y Natsuo solo querían protegerme, pero... no necesito que lo entiendan a él. Solo necesito que lo respeten.

Touya lo escuchó con atención, sin interrumpirlo, notando la sinceridad en cada palabra de Shoto. Era extraño ver a su hermano tan abierto, tan vulnerable, pero también tan seguro de lo que sentía. Algo en el corazón de Touya pareció ceder ante esa autenticidad.

—Shoto... —Touya bajó la mirada, luchando con algo que llevaba guardado—. Sabes que siempre quise protegerte, y la verdad, me cuesta ver a alguien tan... fuerte y explosivo a tu lado. Pero si es lo que quieres, si él de verdad te hace sentir así, entonces... está bien. —Hizo una pausa, como si le costara articular lo siguiente—. Solo... cuídate, ¿sí? Porque, aunque te acepto, no dejaré de cuidarte, Shoto. Y eso incluye también a Katsuki.

Un ligero suspiro de alivio se escapó de Shoto, y ambos intercambiaron una sonrisa de entendimiento.

—¿Pero entiendes ahora, Touya? —preguntó finalmente—. Entiendes que Katsuki me hace feliz, ¿verdad?

Touya guardó silencio por un momento, y entonces, mirándolo a los ojos, asintió. —Sí, Shoto. Te veo feliz, y aunque me cueste admitirlo, creo que Bakugo ha sido... bueno para ti. A veces necesito tiempo para aceptar estas cosas, ¿sabes? Pero esta vez fui muy lejos, y lo siento.

Intruso Donde viven las historias. Descúbrelo ahora