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El día había comenzado tranquilo en la casa de los Todoroki. Shoto se había levantado temprano, como siempre, disfrutando del silencio que reinaba en la casa cuando aún no había movimiento. Su padre y Keigo estaban en la cocina cuando él bajó, el aroma del café llenando el ambiente.

—¡Ah, mira quién está despierto! —exclamó Keigo con una sonrisa ligera mientras revolvía una taza—. Pensé que te tomarías la mañana para dormir, considerando que es raro que tengas un día libre.

Shoto se encogió de hombros, acostumbrado a que Keigo siempre hiciera comentarios ligeros para romper el hielo.

—No es tan temprano —respondió mientras se sentaba en la mesa—. Además, prefiero aprovechar el día.

Enji, que estaba de pie junto a la cafetera, asintió en silencio. A pesar de su usual semblante serio, había algo relajado en sus gestos, una calma que solo mostraba en casa, cuando estaba con su familia.

—Es bueno que aproveches el tiempo —dijo Enji, su voz profunda resonando en la habitación mientras le servía a Shoto una taza de té verde, sabiendo que prefería eso en lugar del café.

Keigo sonrió al ver el gesto de Enji hacia su hijo menor. Aunque Enji no solía ser expresivo, siempre encontraba pequeñas maneras de mostrar lo mucho que le importaba Shoto, y el joven Todoroki lo sabía.

—¿Y qué planes tienes para hoy, Shoto? —preguntó Keigo mientras se acomodaba en la mesa junto a él—. Porque si no tienes nada en mente, Enji y yo pensábamos salir un rato más tarde, y podrías venir con nosotros.

Shoto lo miró con curiosidad, tomando un sorbo de su té antes de responder.

—No tenía nada en mente en particular. ¿A dónde planeaban ir?

Keigo intercambió una mirada con Enji antes de responder.

—Solo a dar una vuelta por la ciudad, quizás comer algo fuera. No hacemos mucho eso últimamente, y pensé que sería bueno cambiar un poco la rutina.

Enji, quien había permanecido callado, asintió.

—Es bueno que pasemos tiempo juntos cuando podemos. Últimamente ha sido difícil con todos los compromisos —comentó su padre, su tono serio pero no distante.

Shoto miró a ambos, considerando la oferta. Aunque apreciaba sus momentos de soledad, la idea de pasar el día con su padre y Keigo sonaba bien. Sabía que Enji siempre intentaba encontrar tiempo para estar con él, aunque no siempre lo dijera en voz alta. Y Keigo, con su actitud relajada, siempre sabía cómo hacer que cualquier salida fuera más amena.

—Me parece una buena idea —dijo finalmente, con una pequeña sonrisa.

Keigo se levantó de su asiento de inmediato, animado por la respuesta de Shoto.

—¡Genial! Esto va a ser divertido. ¿Verdad, Enji? —dijo, dándole una palmada amistosa a su pareja en la espalda.

Enji lanzó una mirada leve a Keigo, sin parecer demasiado impresionado por su entusiasmo, pero no pudo evitar un ligero asentimiento.

—Lo importante es que pasemos el tiempo en familia —dijo simplemente.

Keigo rió suavemente.

—¡Eso siempre! Y mira, Shoto, si tienes alguna tienda en particular que te interese, podemos pasar por ahí también —añadió Keigo, guiñándole un ojo—. Después de todo, no siempre tienes oportunidad de que papá te compre lo que quieras, ¿verdad?

Shoto rodó los ojos ligeramente, pero sabía que Keigo solo intentaba hacerlo reír. Aunque sabía que, de todos modos, su padre no dudaría en consentirlo si se lo pedía, Enji era bastante discreto con esos detalles.

—No es necesario —respondió Shoto con calma—. Prefiero que sea un día tranquilo.

—Como quieras, fresita —bromeó Keigo mientras se levantaba para lavar su taza—. Pero si cambias de opinión, solo dilo.

El ambiente en la cocina se mantuvo ligero. Shoto miró a su padre, quien seguía concentrado en preparar el desayuno. En momentos como ese, notaba lo mucho que habían cambiado las cosas con los años. Enji ya no era tan rígido como antes, y su relación con él se había vuelto mucho más cercana.

—Gracias, papá —dijo de repente, rompiendo el silencio.

Enji lo miró de reojo, confundido por un segundo.

—¿Por qué? —preguntó, sin entender la razón de su agradecimiento.

Shoto sonrió suavemente, dejando la taza sobre la mesa.

—Por esto. Por siempre intentar estar presente.

Enji no era el tipo de hombre que solía mostrar sus emociones abiertamente, pero las palabras de Shoto lo conmovieron de una manera sutil. Se aclaró la garganta y asintió, volviendo su atención a la comida.

—Solo hago lo que debo —respondió con seriedad, pero había un brillo en sus ojos que Shoto no pasó por alto.

Keigo, que había escuchado la breve conversación, volvió a la mesa, con una sonrisa ladeada.

—Vaya, parece que estoy sobrando aquí —bromeó, aunque claramente disfrutaba viendo la interacción entre padre e hijo—. Pero qué va, no me importa. De todos modos, yo soy el alma de la fiesta.

Shoto soltó una pequeña risa, mientras Enji solo negaba con la cabeza. Había algo reconfortante en esos momentos, donde todo parecía en calma y el lazo entre ellos era evidente sin necesidad de grandes palabras o gestos.

—Bueno, en ese caso, salgamos pronto. —Keigo estiró sus alas ligeramente, como si estuviera preparándose para la salida—. Aunque si Enji quiere que me quede callado un rato, prometo intentarlo… sin muchas garantías.

Enji lo miró de reojo con una pequeña sonrisa, antes de volver su atención a Shoto.

—Shoto, ve a cambiarte. Salimos en diez minutos —dijo su padre, siempre con esa autoridad sutil que Shoto respetaba.

Shoto asintió, recogiendo su taza y llevándola al fregadero antes de dirigirse a las escaleras. Mientras subía, no podía evitar sentir un calor familiar en el pecho. Momentos como ese le recordaban lo afortunado que era de tener una familia unida, incluso con las personalidades tan distintas que la componían.

El día prometía ser tranquilo, y Shoto estaba más que dispuesto a disfrutarlo junto a su padre y Keigo, quienes, a su manera, siempre sabían cómo hacer que cada instante en familia fuera memorable.

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