CAP 23

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Al día siguiente en el trabajo, me sentía como un desastre total. La noche anterior había sido larga; después de la fiesta con Danielle y Clairo, apenas dormí unas horas. Cuando entré a la oficina, todavía estaba medio adormilada, pero no había tiempo para eso; tenía que ponerme al día.

Justo mientras me preparaba un café para intentar revivir, vi a Danielle acercarse con una sonrisa divertida en el rostro.

—Vaya, vaya... ¿Quién fue la que se quedó hasta el final anoche? —dijo, riéndose—. Te ves fatal, amiga.

Le respondí con una mirada de cansancio mientras tomaba un sorbo de café.

—Gracias por recordármelo. Apenas dormí tres horas. ¿Cómo tú y Clairo están tan frescas? —pregunté, tratando de disimular mi agotamiento.

Danielle se encogió de hombros, como si no fuera gran cosa.

—Tienes que acostumbrarte, nena. Además, ¿qué tal con esa chica con la que estabas hablando en el bar? Ashley, ¿verdad? —preguntó, con un tono de curiosidad.

No pude evitar sonreír un poco al recordar la conversación con Ashley.

—Sí, nos llevamos bien. Es una chica agradable... pero no es nada, solo hablamos.

—Ajá, claro —respondió Danielle con una ceja levantada—. Tú siempre dices que no es nada. Bueno, vamos a ver si sobrevives a este día.

—No es así —dije, un poco irritada—. La única que me interesa es Billie, aunque no tengamos nada.

Danielle me miró con una sonrisa comprensiva y dijo: —Tranquila, se ve que Billie también tiene los ojos en ti. Pero hay que tomárselo con calma.

No podía evitar que mi mente regresara constantemente a Billie, incluso en medio del trabajo. Danielle tenía razón en lo de tomarse las cosas con calma, pero era difícil hacerlo cuando todo en mí quería correr hacia ella. Cada vez que estaba cerca de Billie, me perdía en la forma en que me miraba, en el tono de su voz. Y aunque no quisiera admitirlo, tenía miedo de que lo que sentía fuera más fuerte de lo que estaba preparada para aceptar.

Aun así, seguía recordando lo que Danielle me dijo: que Billie también me miraba de una forma especial. Tal vez no estaba completamente sola en este sentimiento. Pero la incertidumbre me carcomía. Decidí concentrarme en mis tareas, intentando dejar de lado esos pensamientos, aunque sabía que no sería fácil.


Después de un rato, estaba intentando concentrarme en el trabajo cuando la maldita puerta de la oficina se abrió de golpe. Era Billie, entrando con esa confianza suya, llenando la maldita habitación con su presencia como si fuera su jodido lugar. Cerró la puerta tras ella, y se apoyó en el borde de mi escritorio, mirándome con esa sonrisa que sabía jodidamente bien cómo desarmarme.

—Hola, preciosa —dijo, cruzando los brazos como si no tuviera nada mejor que hacer.

Intenté mantenerme seria, aunque era casi imposible con su mirada clavada en mí. —Hola, Billie. ¿Necesitas algo o solo viniste a joderme la paciencia?

—Pues, la verdad es que solo quería verte —respondió con esa maldita voz que hacía que me temblaran las rodillas. No se inmutó, ni se movió de su lugar.

Rodé los ojos, intentando disimular la sonrisa que me picaba en los labios. —¿En serio? Seguro tienes un montón de mierda que hacer, ¿no?

—Sí, pero ninguna tan interesante como tú —contestó, inclinándose hacia mí con una expresión que me dejaba claro que no tenía ni una pizca de intención de moverse de allí.

Sentí cómo la tensión subía. Billie tenía esa jodida manera de mirarme que hacía que me fuera imposible pensar en otra cosa que no fuera en ella. Traté de sonar firme. —De verdad, Billie, estoy ocupada. No tengo tiempo para tus mierdas.

MI JEFA (BILLIE Y TU) GIPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora