Capítulo 9: Un momento a solas.

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23 de enero, 2024

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23 de enero, 2024.

Volví al otro día, tenía clases, pero mis ganas de querer mucho más de Máximo hizo que las clases pasaran a segundo plano.

Ese día tuvimos prueba, a pesar de la intensidad de mis pensamientos sobre Máximo, me obligo a concentrarme. Tomo asiento y me sumerjo en la hoja que estaba delante de mis ojos.

El sonido del lápiz rasgando el papel llena la habitación mientras respondo cada pregunta de la prueba con cuidado y precisión. Cierro mi mente a las tentaciones y los pensamientos que amenazan con distraerme, comprometiéndome a dar lo mejor de mí en este momento crucial.

Paso las siguientes horas inmersa en mi trabajo, dejando que el tiempo se desvanezca mientras me sumerjo en el desafío que tengo frente a mí. Cuando finalmente entrego mi prueba, siento una mezcla de alivio y satisfacción por haber completado la tarea con éxito.

Aunque las distracciones persisten en mi mente, me siento orgullosa de haberme mantenido firme y haber cumplido con mis responsabilidades académicas. Ahora, con la prueba detrás de mí, puedo permitirme volver a enfrentar los desafíos que la presencia de Máximo representa en mi vida.

Quería ir donde Máximo apenas entregue esa prueba, pero necesitaba calmar mi ansiedad antes, así que salí a la entrada del estacionamiento a fumar un cigarrillo, lo enciendo y dejo que el humo se disperse en el aire mientras intento calmar mis nervios y mi ansiedad. Inhalo profundamente, dejando que el calor del cigarrillo me reconforte por un momento antes de exhalar lentamente.

Mis pensamientos vuelan hacia Máximo, hacia la tensión palpable que parece siempre acompañar mis días. Me pregunto qué será de mí si sigo con esto, qué significa este magnetismo innegable que me atrae constantemente hacia él, a pesar de todas las razones para mantenernos alejados.

Mientras fumo, intento ordenar mis pensamientos, preparándome mentalmente para el encuentro que está por venir. Necesito encontrar la claridad y la determinación para enfrentar lo que sea que Máximo tenga que decirme, incluso si es algo que no quiero escuchar. Una vez que termino mi cigarrillo, apago la colilla con el tacón de mi zapato y respiro hondo, sintiéndome un poco más calmada y lista para enfrentar lo que sea que el destino tenga reservado para mí.

Con paso decidido, me dirijo hacia la oficina de Máximo, lista para confrontar mis emociones.

Entro a la oficina y tal como sospechaba, estaba solo, últimamente todos se han ido temprano, menos él.

—Me cargas mi teléfono —le digo con la voz firme, tratando de ocultar la turbulencia de emociones que me embarga en este momento.

Máximo levanta la mirada de su escritorio, sus ojos oscuros se encuentran con los míos, y puedo sentir la intensidad entre nosotros.

—Claro, Emilia —responde, su voz suave y cautivadora mientras se levanta de su silla y se acerca a mí. —Pasa, te ayudaré.

Con pasos decididos, me acerco a su escritorio y le entrego mi teléfono. Máximo toma el dispositivo con habilidad y comienza a conectarlo al cargador mientras sus dedos expertos danzan sobre la pantalla. La cercanía entre nosotros es palpable, y siento el pulso acelerado de mi corazón mientras observo cada movimiento suyo.

Placeres en las sombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora