Han pasado tres semanas desde la muerte de Wilson, y hoy empieza la semana de celebraciones por el 60º aniversario de la universidad. Estos días he estado tan inmersa en estudiar para los exámenes que no he tenido tiempo de ver a Máximo. Sin embargo, él se ha encargado de hacerme sentir su presencia. Estás últimas semanas, al abrir mi casillero, encuentro un libro con dos rosas, una azul y otra negra, siempre acompañados de una nota. Ya son dos libros, uno por cada semana en la que no hemos podido vernos. Aunque hablamos ocasionalmente por MeetNow, él sigue ocupado con sus proyectos y yo con los míos.
La primera vez que vi uno de esos detalles fue justo dos semanas después de la muerte de Wilson. Ese día, Vanessa recién había llegado a la capital para quedarse tres meses, Ximena y yo subíamos al tercer piso a toda prisa, mientras Francisca intentaba alcanzarnos. Íbamos en busca de nuestros delantales blancos para después bajar al laboratorio. Apenas llegamos a los casilleros, cada una se posicionó en el suyo, y entonces vi el primer libro que me regaló Máximo, El silencio de los inocentes de Thomas Harris y había una nota junto a él.
La tomé con manos temblorosas, y mis ojos recorrieron las letras.
"Emilia,
Mi amor por ti es como esta rosa negra, oscuro, profundo e inquebrantable. A veces me asusta cuánto de mí he entregado a las sombras por estar a tu lado. Tú eres la luz que me desafía, la rosa azul que rompe el abismo con su belleza extraña y única.
En estas páginas de El silencio de los inocentes, encontrarás a Hannibal Lecter, un brillante psiquiatra y asesino en serie, cuya inteligencia y sofisticación son tan aterradoras como fascinantes. Como él, estoy dispuesto a adentrarme en la oscuridad para proteger lo que más quiero. No busco redención; solo deseo que te quedes en esta oscuridad conmigo, donde la sombra de mi amor te envuelva y te haga mía.
Siempre tuyo,
Máximo."
Me quedé un momento en silencio, como si el aire a mi alrededor hubiera cambiado. Guardé la nota en el bolsillo de mi bata, y justo en ese instante Francisca llegó jadeando, recuperando el aliento. Al ver las rosas y el libro, sus ojos se abrieron con una mezcla de sorpresa y curiosidad. Las demás se acercaron también, sus miradas fijas en el libro y las rosas, como si intentaran leer más allá de las palabras.
—¡Dios mío! Tienes a Máximo completamente loco, Emi —dijo Vanessa, lanzándome un abrazo y, sin perder tiempo, escudriñando mi casillero con esa curiosidad suya.
—Miren esto —les dije, mostrando el collar que colgaba de mi cuello, el que Máximo me había dado la noche que fuimos al mirador—. Era de su madre.
Ximena se acercó, inclinando la cabeza mientras observaba el colgante con cuidado, casi con reverencia.
—¿De su madre? Debes ser muy importante para él para darte algo así —susurró, como si temiera romper el hechizo que había creado con ese regalo.
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Placeres en las sombras
RomansaEmilia Navarro, una estudiante brillante y perfeccionista, nunca imaginó que su encuentro con Máximo Lombardi, un poderoso miembro de la directiva de Psicología, cambiaría su vida. Lo que comienza como una atracción irresistible se transforma en una...