Tiempos oscuros comienzan cuando Nikolai Gogol, el bufón de la corte rusa, se enamora de Fyodor Dostoyevski, el príncipe heredero al trono.
Esta historia que hace tanto sucedió, fue transmitida de voz en voz hasta el día de hoy. Y sigue fascinando a...
Tenemos portada linda al fin, la hizo @Apple_Dan <3 Estoy muy agradecida.
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Gracias por la espera, les dejo leer, disfruten. Segunda nota al final ;)
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Un día antes de la boda.
Agatha y dos de sus mujeres no podían dar crédito sobre lo que habían visto. Las tres mujeres se habían ocultado detrás de un sillón, con las manos en sus bocas para no emitir sonido alguno.
Les pondré en contexto. Agatha quería sorprender a Fyodor con un desayuno hecho por sí misma, como festejo de su alianza: se coló en la cocina a la madrugada y en una bandeja de plata había picado frutas, queso, pan y mermelada. Luego preparó un poco de té para que lo acompañara. Usó el juego te que había llevado ella misma, que era regalo de su madre: hechos de fina porcelana blanca y con rosas pintadas despreocupadamente a mano.
Por supuesto, ajena al ayuno. Pues en su mente hiperactiva -que no había podido pegar un ojo por el evento- no lo recordó y también se llevó una uva a la boca mientras preparaba el desayuno con muchos ánimos.
Entonces, cuando el sol salió se instaló con la ayuda de sus mujeres, cerca de la habitación del príncipe.
— Señorita, es mi deber decirle que...
— ¡Silencio, Jane! — exclamó Agatha con la voz ahogada. — nos puede oír alguien, debe ser sorpresa y antes de que entre Sigma.
Jane y Clarice, dos mujeres muy unidas a Agatha no quisieron romper su ilusión. La miraron con ojos preocupados, los ojos de su señorita eran brillosos y manchados de entusiasmo. Entonces todas asomaron sus cabezas por la esquina del pasillo que daba a la habitación del príncipe. Solo se veían las paredes rocosas decoradas con tapices, los candelabros de las paredes y mesas cercanas estaban apagados. Todo se veía completamente normal hasta que...
Fueron testigos de cómo el bufón Nikolai salió sigilosamente de la habitación, respirando de forma entrecortada. Cerró la puerta con sumo cuidado para no hacer ruido y, una vez solo, limpió su rostro con la manga de su ropa. Un sollozo desconsolado escapó de su garganta mientras se escabullía rápidamente por el pasillo, ajeno al brillo de las velas.
Un silencio reinó entre las tres mujeres que tan pronto como cayeron en que podían ser vistas, corrieron a esconder y miraron a un punto fijo hasta que no escucharon más los pasos del hombre.
— ¿Qué fue eso? — dijo Clarice rompiendo el silencio.
— ¿Se encontrará bien el príncipe? — ahora Jane.
Pero Agatha se mantenía en silencio con la vendeja entre las manos. Sus damas se miraban entre sí, sin saber que decirle. Era todo muy extraño.
— Vayamos a ver si se encuentra bien. — dijo en un susurro. — un sirviente no debería estar aquí y él... parecía llorar.