DESENLAZACE (PARTE 2)

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El frío de la montaña se colaba hasta los huesos. Los truenos retumbaban sobre las cumbres que delimitaban los terrenos del Yellowstone. Apenas unos días antes, Rip había abatido a un oso para defenderse a él y a Elsa. Ahora, solo quedaban los restos devorados por los lobos, pero la muerte del animal aún no cerraba el capítulo.

Rip, Elsa, el sheriff Donnie, un agente de fauna y John Dutton estaban nuevamente en el risco, examinando el cadáver del oso. El ambiente estaba tenso.

— En este estado, no puedo averiguar nada —dijo el agente de fauna con frustración, observando el despojo. Luego, se giró hacia Rip—. ¿Dónde estaba usted?

— Yo estaba allí —indicó Rip, señalando los dos árboles desde donde se había arrodillado para abatir al oso—. Y ella estaba ahí, colgando de su lazo sin poder moverse.

Elsa, de pie junto a su padre, asintió en silencio. El recuerdo de estar tan cerca de la muerte aún la sacudía.

— ¿Encontró los casquillos? —preguntó el agente a Donnie, el sheriff.

— No, porque no creo que estuviera donde él dice —respondió Donnie, su voz cargada de escepticismo.

John Dutton, que había permanecido pensativo, caminó hasta el lugar donde Rip afirmó haber estado. La rabia contenida seguía quemándole las entrañas cada vez que recordaba que su hija había estado a un paso de morir por culpa de un par de turistas imprudentes.

Elsa, cansada de la duda que caía sobre Rip, chasqueó la lengua y caminó decidida hacia el caballo de su padre. Cogió el rifle que estaba atado a la montura y, sin pedir permiso, avanzó hacia el centro de la escena.

— Aparta —dijo, su tono firme y autoritario.

— Elsa... —intentó detenerla John.

— Que te apartes, joder —replicó ella, fulminándolo con la mirada.

Por primera vez, John Dutton obedeció sin rechistar y retrocedió hacia donde estaban Donnie y el agente de fauna. Rip, observando todo con una mezcla de preocupación y respeto, mantuvo su distancia.

Elsa se arrodilló en el mismo lugar donde Rip lo había hecho, imitando su postura. El capataz del rancho la miró, con un gesto serio que parecía advertirle que no jugara con fuego. Ambos agentes de la ley, tensos, pusieron una mano sobre sus fundas, preparados para lo inesperado.

Con una calma calculada, Elsa alzó el rifle al cielo y disparó dos veces. El sonido reverberó entre las montañas. Los casquillos cayeron al suelo, tintineando al chocar con las piedras.

— Dámelo —ordenó John, de repente, girándose hacia Donnie—. Dámelo...

John le quitó una bolsa de pruebas que el sheriff llevaba en el bolsillo, la misma que contenía un casquillo usado por Rip el día del ataque. A pesar del semblante inmutable del capataz, Elsa pudo leer el alivio en sus ojos. Todo parecía aclararse, poco a poco.

El agente de fauna, visiblemente molesto, tomó la bolsa con rudeza y se encaró con el sheriff.

— ¿Se olvidó que había recogido esto, sheriff? Es una prueba.

— ¿Dónde estaba? —John Dutton lo miró fijamente a los ojos—. Esta vez sin mentir.

Donnie, atrapado por la evidencia, no tuvo más opción que ceder.

— Donde él ha dicho... —admitió a regañadientes.

El agente de fauna comenzó a medir la distancia entre el oso muerto y el lugar donde Rip había disparado.

— Son unos trece metros. Estaba muy cerca.

— Joder que sí —dijo Rip, su tono seco—. Demasiado cerca, especialmente con ella ahí.

The Dutton's Diamond - Rip WheelerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora