𝗦𝘂𝗺𝗺𝗲𝗿𝘁𝗶𝗺𝗲 𝗦𝗮𝗱𝗻𝗲𝘀𝘀 [ᴊᴊ ᴍᴀʏʙᴀɴᴋ]

007

Cuando aquellos hombres se marcharon, todos subieron a la camioneta de John B, siendo guiados por él a un lugar desconocido.

— Es obvio, ¿verdad? Es una reliquia familiar, ¿qué mejor lugar para ocultar un mensaje? Sabía que la recuperaría, ¿no? — preguntó John B con un brillo de esperanza en los ojos.

— Sí, es posible. — respondió Savvy, apoyando a su novio mientras le daba una suave caricia en la mano.

— También es posible que estés pensando teorías locas para… ya sabes, lidiar con tu tristeza. — comentó Pope, escéptico.

— Ya saben cómo proceso mi tristeza. Marihuana y otras hierbas. Eso hago yo. — acotó JJ, tratando de aligerar el ambiente.

— No lo estoy inventando, ¿de acuerdo? Papá intenta enviarme un mensaje. — insistió John B, su voz cargada de convicción.

— Si eso te ayuda, John B. — dijo Kie con delicadeza, tratando de no alterar a su amigo mientras le daba una mirada de comprensión.

— Oigan, no necesito una sesión de terapia, ¿sí? No estoy loco. — replicó John B, su tono defensivo revelando su frustración.

— Es entendible, hermano, pero igualmente… — comenzó JJ, intentando encontrar las palabras adecuadas.

— Oye, mi papá desapareció, ¿sí? — cortó John B abruptamente, provocando un silencio en el grupo. — Desapareció. No sabes qué se siente cuando la persona más cercana a ti desaparece y no sabes qué pasó. Te despiertas todos los días preguntándotelo.

Savvy escuchaba atentamente a su novio hablar, y aunque no habían pasado por la misma situación, podía entenderlo. Ella se sintió de la misma forma el día que Nessa se fue. Sus padres ni siquiera la dejaron despedirse, simplemente volvió a casa y su hermanita, la persona que más amaba en el mundo, ya no estaba. Sus padres solo le dijeron que la habían mandado a un internado, sin mencionar dónde era, ni proporcionar ningún medio para poder comunicarse. Savvy pasó semanas enteras investigando entre las cosas de sus padres para localizarla, rebuscando entre papeles y documentos a escondidas. Cada día que pasó lejos de Nessa se sintió como un infierno, una tortura constante de incertidumbre y dolor. Nessa era una de las razones por las cuales seguía aguantando todo el peso que le cargaban sus padres, la única chispa de esperanza en su vida. El vacío que sentía sin su hermana era insoportable, y aunque ahora estaban juntas, el miedo de perderla de nuevo nunca se había ido completamente.

Miró sobre su hombro buscando con la mirada a su hermana, quien estaba en una esquina de la camioneta con la mirada perturbada y viéndose muy mal. Inmediatamente se alarmó.

— ¿Ness? — se desabrochó el cinturón, pasando para la parte de atrás donde estaban sus amigos y se acercó a ella. — ¿Qué tienes, Nessa?

Nessa alzó la mirada, bastante asustada, mientras sin darse cuenta retrocedía con miedo, sin notar que solo era su hermana quien estaba preocupada.