CAPÍTULO 22. La Copa Derramada

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Un suave e insistente golpe a la puerta me vuelve al mundo real. Me levante, me puse una bata y abro la puerta. Era Alan, me saluda y entra a mi habitación para decirme algo.

—¿Que pasa Alan? Son como las 7 am.

—Es que tengo que irme Sidney, mi padre llamó y mi madre esta enferma.

—Por Dios ¿es grave? ¿quieres que te acompañe?

—No te preocupes, además tienes la boda de tu padre hoy, en verdad quería acompañarte, lo lamento.

—Esta bien, saludame a tu madre y dile que deseo que se mejore.— sonrío a Alan tomando su mano.

—Gracias por entender.

—Oh, no! Gracias a ti por ser tan lindo conmigo, no me cabe duda que es cierto lo que dijiste llegaste a mi vida para cambiarla, eres un gran amigo Alan.

—Te lo dije Dios nunca se equivoca. — me sonríe y me abraza amistosamente.

Alan toma su maleta del pasillo y se marcha.

—Lamento no poder acompañarte al aeropuerto.

—No te preocupes Sid.

—Llamame en cuanto llegues.

—Ok— nuevamente se acerca a mi y me da un beso en cada mejilla.

La ceremonia empezaría a las 4 de la tarde, tomarían té como de costumbre y luego el sacerdote los casaría; todo terminaría en una fiesta llena de socios, amigos y familia, rodeados de un exquisito y amplio bufete, un lugar ambientado con rosas y flores de todos los colores, lámparas colgantes de plata, un dintel en la entrada; el salón principal  estaba desocupado en el centro como lo soñé pero con mesas alrededor, en la mesa del bufete había un pastel de 18 pisos, además de seguridad en las entradas; era una boda colosal, mágica, jamas pensé que a mi padre le gustaran este tipo de cosas, cuando se caso con mi madre ni siquiera alquilo un traje.

El jardín estaba casi lleno de gente todos a la espera de la novia, mi padre siendo un hombre que no solía esperar a nadie y que no perdía su tiempo, esta vez había tenido que esperar a Sophia en el altar. Alaska y yo vestidas de azul celeste como damas de honor fuimos a ver como estaba.

—Uau! Sophia— exclamó Alaska.

—Te ves increible — admire.

Ella vestía un hermoso vestido sirena, color beige cubierto de piedras doradas, una corona que llevaba un velo en el prendedor de su cabello. Pero algo andaba mal, su cara no era tan sonriente como siempre.

—¿Estas bien?¿Te arrepentiste de casarte con nuestro padre? — pregunté con desconfianza.

—No, jamas, Jack es un hombre increíble, es que me siento mal por su madre, vino aquí y es su cumpleaños; quería cambiar la fecha pero Jack no accedió.

—Y no tenias porque hacerlo, solo es coincidencia.— aclaré.

—Si además ella fue la que decidió venir— añadió.

—Ok, uff! — Sophia se pone temblorosa y se sienta en el tocador.

—¿Acaso es la primera vez que te casas?— pregunto de forma graciosa.

—No, bueno si, la primera vez que estuve en un altar, me quede allí plantada como un árbol, pensé que no tendría el valor de volver a hacerlo. — dijo afligida.

—Mi padre no te hará eso, es más ya esta en el altar.

—No cobres venganza con él.— aconseja Alaska.

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