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Al despertar del trance, Catherine volvió a recordar muchos detalles de su vida pasada. En cambio, nada sabía de las experiencias posteriores a la muerte, de los estados intermedios, de los Maestros ni del increíble conocimiento que había revelado. Le hice una pregunta:


-Catherine, ¿qué significa para ti la palabra «Maestros» (Masters)?


¡Respondió que era un torneo de golf!


Ahora mejoraba rápidamente, pero aún tenía dificultades para integrar el concepto de reencarnación en su teología. Por lo tanto, decidí no hablarle aún sobre los Maestros. Además, no sabía muy bien cómo darle la noticia de que era una médium increíblemente talentosa que canalizaba maravillosos y trascendentales conocimientos de los Espíritus Maestros.


Catherine se avino a que mi esposa asistiera a la sesión siguiente. Carole es asistente social psiquiátrica, bien preparada y capaz; yo quería saber su opinión sobre esos hechos increíbles. Cuando se enteró de lo que Catherine había dicho sobre mi padre y Adam, nuestro hijo, se mostró muy dispuesta a ayudar. Yo no tenía dificultades para tomar notas de cada palabra susurrada por Catherine sobre sus vidas anteriores, pues hablaba con gran lentitud, pero los Maestros lo hacían con más rapidez, así que decidí grabarlo todo.


Una semana después, Catherine se presentó a la sesión siguiente. Continuaba mejorando; sus temores y ansiedades disminuían. Su mejoría clínica era notable, pero yo aún no estaba seguro de a qué se debía. Había recordado haber muerto ahogada cuando era Aronda, degollada en la persona de Johan, víctima de una epidemia transmitida por el agua como Luisa, y varios otros sucesos aterrorizantes y traumáticos. También había experimentado o vuelto a experimentar existencias de pobreza, servidumbre y abusos dentro de su familia. Esto último ejemplifica los pequeños traumas cotidianos que también se adentran en nuestra psique. El recuerdo de ambos tipos de vida podía estar contribuyendo a su mejoría. Pero existía otra posibilidad. ¿Y si la experiencia espiritual en sí era lo que ayudaba? ¿Y si saber que la muerte no es lo que parece contribuía a procurarle bienestar, a que disminuyeran sus temores? ¿Era posible que todo el proceso, no sólo los recuerdos en sí, fuera parte de la cura?


Las habilidades psíquicas de Catherine iban en aumento; su intuición era cada vez mayor.


Aún tenía problemas con Stuart, pero se sentía capaz de entenderse más efectivamente con él. Le brillaban los ojos; su piel relucía.


Anunció que durante la semana había tenido un sueño extraño, pero sólo recordaba un fragmento: había soñado que la aleta roja de un pez se le clavaba en la mano. Se sumergió en la hipnosis con pronta facilidad y en pocos minutos alcanzó un nivel profundo.


-Veo una especie de acantilado. Yo estoy de pie en ese acantilado, mirando hacia abajo. Debería estar alerta a la llegada de barcos... para eso me han puesto allí... Llevo algo azul, una especie de pantalones... pantalones cortos, con zapatos extraños... zapatos negros... con hebillas. Los zapatos tienen hebillas; son muy extraños... Veo que en el horizonte no hay barcos.


Catherine susurraba con voz suave. La hice avanzar en el tiempo hasta el siguiente suceso importante de su vida.


-Estamos bebiendo cerveza, cerveza fuerte. Es muy oscura. Los bocks son gruesos. Están viejos y se sostienen con soportes de metal. En ese lugar huele muy mal y hay mucha gente. Es muy ruidoso. Todo el mundo habla y hace ruido.


Le pregunté si se oía llamar por su nombre.


-Christian... Me llamo Christian. -Era otra vez varón-. Estamos comiendo algún tipo de carne y bebiendo cerveza. Es oscura y muy amarga. Se le pone sal.


No logró ver el año.


-Hablan de guerra, ¡de barcos que bloquean algunos puertos! Pero no puedo enterarme de dónde están. Si guardaran silencio, podríamos escuchar, pero todo el mundo habla y hace ruido.


»Hamstead... Hamstead (ortografía fonética). Es un puerto, un puerto marítimo de Gales. Hablan inglés británico. -Se adelantó en el tiempo hasta el momento en que Christian estaba ya a bordo de su barco-. Huelo algo, algo que se quema. Es horrible. Madera quemada, pero también algo más. Hace escocer la nariz... Algo se incendia en la distancia, una especie de navío, un navío de vela. ¡Estamos cargando algo! Estamos cargando algo con pólvora.


La agitación de Catherine era visible.


-Es algo que tiene pólvora, muy negra. Se pega a las manos. Hay que moverse deprisa. El barco lleva una bandera verde. Es una bandera oscura... Una bandera verde y amarilla. Tiene una especie de corona, con tres puntas.


De pronto Catherine hizo una mueca de dolor. Sufría.


-Ah -gruñó-, ¡cómo me duele la mano, cómo me duele la mano! Tengo algo de metal, metal caliente en la mano. ¡Me quema! ¡Ah, ah!


Recordé el fragmento de su sueño y comprendí lo de la aleta roja clavada en la mano. Bloqueé el dolor, pero ella seguía gimiendo.


-Los espigones son de metal... El buque en donde estábamos fue destruido... por babor. Han dominado el incendio. Han muerto muchos hombres... muchos hombres. Yo he sobrevivido... sólo tengo la mano herida, pero cicatriza con el tiempo.


La llevé hacia delante en el tiempo y dejé que escogiera el siguiente acontecimiento de importancia.
-Veo una especie de imprenta; imprime algo con moldes y tinta. Están imprimiendo y encuadernando libros... Los libros tienen cubiertas de cuero y cordeles que los sujetan: cordeles de cuero. Veo un libro rojo... Es algo de historia. No veo el título; todavía no han terminado la impresión. Son libros maravillosos. Tienen cubiertas muy suaves, de cuero. Son maravillosos; te enseñan.


Muchas vidas muchos maestros - Brian WeissDonde viven las historias. Descúbrelo ahora