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»Energía... todo es energía. Se malgasta tanta... Las montañas... Dentro de la montaña hay quietud; el centro es sereno. Pero es afuera donde está el problema.


Los humanos sólo pueden ver el exterior, pero se puede ir mucho más adentro. Hay que ver el volcán. Para eso es preciso ir muy adentro.


»Estar en el estado físico es algo anormal. Cuando se está en el plano espiritual, eso nos resulta natural. Cuando se nos envía de regreso es como ser enviados otra vez a algo que no conocemos. Nos llevará más tiempo. En el mundo espiritual es preciso esperar; luego somos renovados. Hay un estado de renovación. Es una dimensión, como las otras, y tú has logrado casi llegar a ese estado...


Eso me pilló por sorpresa. ¿Cómo era posible que yo estuviera acercándome al estado de renovación?


-¿Que casi he llegado? -repetí, incrédulo.


-Sí. Sabes mucho más que los otros. Comprendes mucho más. Ten paciencia con ellos. No tienen el conocimiento que tú posees. Serán enviados espíritus en su ayuda. Pero lo que tú estás haciendo es correcto... continúa. Esta energía no debe ser malgastada. Debe liberarse del temor. Será la mayor de tus armas.


El Espíritu Maestro guardó silencio. Reflexioné sobre el significado de ese increíble mensaje. Sabía que yo estaba teniendo éxito en liberar a Catherine de sus miedos, pero ese mensaje tenía un significado más global. No se trataba de una mera confirmación de que la hipnosis era efectiva como instrumento terapéutico. Implicaba aún más que las regresiones a vidas pasadas, cosa que resultaría difícil de aplicar a la población en general, de uno en uno. No: me pareció que se refería al miedo a la muerte, el miedo muy oculto dentro del volcán. El miedo a la muerte, ese temor escondido y constante que ni el dinero o el poder pueden neutralizar: ése es el centro.


Pero si la gente supiera que «la vida es infinita; que jamás morimos; que nunca nacimos, en realidad», entonces ese miedo desaparecería. Si todos supieran que han vivido antes incontables veces y que volverán a vivir otras tantas, ¡cuánto más reconfortados se sentirían! Si supieran que hay espíritus a su alrededor, cuando se encuentran en estado físico; que después de la muerte, en estado espiritual, se reunirán con esos espíritus, incluidos los de sus muertos amados, ¡cuánto sería el consuelo! Si supieran que los «ángeles de la guarda» existen, en realidad, ¡cuánto más seguros se sentirían! Si supieran que los actos de violencia y de injusticia no pasan desapercibidos, sino que deben ser pagados con la misma moneda en otras vidas, ¡cuánto menor sería el deseo de venganza! Y si de verdad «por el conocimiento nos aproximamos a Dios», ¿de qué sirven las posesiones materiales y el poder, cuando son un fin en sí y no un medio para ese acercamiento? La codicia y el ansia de poder no tienen ningún valor.


Pero ¿cómo llegar a la gente con ese conocimiento? Casi todos recitan plegarias en sus iglesias, en las sinagogas, mezquitas o templos, plegarias que proclaman la inmortalidad del alma. Sin embargo, terminados los ritos del culto vuelven a sus caminos competitivos, a practicar la codicia, la manipulación y el egocentrismo. Estos rasgos retrasan el progreso del alma. Por lo tanto, si la fe no basta, quizá la ciencia ayude. Tal vez experiencias como la de Catherine conmigo deban ser estudiadas, analizadas y descritas de manera objetiva y científica por personas preparadas en ciencias físicas y conductistas. Sin embargo, por entonces nada estaba tan lejos de mi mente como la idea de redactar un artículo científico o un libro, posibilidad remota y muy improbable. Pensé en los espíritus que serían enviados para ayudarme. ¿Ayudarme a qué?


Catherine se movió y empezó a susurrar.


-Alguien llamado Gideon, alguien llamado Gideon... Gideon. Trata de hablar conmigo. -¿Qué dice?

Muchas vidas muchos maestros - Brian WeissDonde viven las historias. Descúbrelo ahora