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-Hay siete planos en total, siete planos, cada uno de los cuales consta de muchos niveles; uno de ellos es el plano de la rememoración. Se nos permite ver la vida que acaba de pasar. A los de niveles superiores se les permite ver la historia. Pueden volver y enseñarnos la historia. Pero nosotros, los de los niveles inferiores, sólo podemos ver nuestra propia vida... la que acaba de pasar. »Tenemos deudas que deben saldarse. Si no hemos pagado esas deudas, las tendremos que llevar con nosotros a otra vida... a fin de que puedan ser elaboradas. Se progresa pagando las deudas. Algunas almas progresan más deprisa que otras. Cuando se está en la forma física y se elabora... se elabora una vida... si algo interrumpe nuestra capacidad de... de pagar esa deuda, debemos regresar al plano de la rememoración, y allí esperar a que el alma con quien estamos endeudados venga a vernos. Y cuando ambas podamos volver al estado físico al mismo tiempo, entonces se nos permitirá volver. Pero cada uno determina cuándo debe volver. Cada uno determina qué debe hacer para pagar esa deuda. No recordará sus otras vidas... sólo aquella de la que acaba de salir. Sólo las almas del nivel superior, los sabios, pueden recurrir a la historia y los sucesos pasados... para ayudarnos, para enseñarnos qué debemos hacer.


»Hay siete planos... siete, a través de los cuales debemos pasar antes de que regresemos. Uno de ellos es el plano de la transición. Allí esperamos. En ese plano se determina qué llevará cada uno a su próxima vida. Todos tendremos... un rasgo dominante. Puede ser la codicia, la lujuria... pero sea lo que fuere lo determinado, necesitamos saldar nuestras deudas con esas personas. Después se debe superar ese rasgo en esa vida. Debemos aprender a superar la codicia. De lo contrario, al retornar tendremos que llevar ese rasgo, además de otro, a la vida siguiente. Las cargas se harán mayores. Con cada vida por la que pasamos sin pagar las deudas, cada una de las siguientes será más dura. Si las saldamos, se nos dará una vida fácil. Así elegimos qué vida vamos a tener. En la fase siguiente somos responsables de la vida que tenemos. La elegimos.


Catherine calló.


Al parecer, eso no provenía de un Maestro. Se identificaba como «nosotros, los de los niveles inferiores», en comparación con las almas del nivel superior, «los sabios». Pero el conocimiento transmitido era tan claro como práctico.


Me quedé pensando en los otros cinco planos y en sus cualidades. ¿Sería uno de ellos la etapa de renovación? ¿Y la etapa de aprendizaje, la de decisión? Toda la sabiduría revelada por esos mensajes recibidos de almas en diversas dimensiones del estado espiritual era consecuente. Aunque difirieran el estilo de expresión, la fraseología y la gramática, el refinamiento del verso y el vocabulario, el contenido se mantenía coherente. Yo iba adquiriendo un conocimiento espiritual sistemático. Y ese conocimiento hablaba de amor y esperanza, fe y caridad. Examinaba virtudes y vicios, deudas para con otros y para con uno mismo. Incluía vidas pasadas y planos espirituales entre una y otra vidas. Y hablaba del progreso del alma por medio de la armonía y el equilibrio, el amor y la sabiduría, el progreso hacia una unión mística y extática con Dios.


En el trayecto se me brindaban muchos consejos prácticos: sobre el valor de la paciencia y de la espera, la sabiduría del equilibrio natural, la erradicación de los miedos, sobre todo del miedo a la muerte; la necesidad de aprender la confianza y el perdón; la importancia de no juzgar a otros, de no interrumpir la vida de nadie; la acumulación y el uso de los poderes intuitivos. Y también, quizá lo más importante de todo, la inconmovible certeza de que somos inmortales. Estamos más allá de la vida y de la muerte, más allá del espacio y del tiempo. Somos los dioses, y ellos son nosotros.


-Estoy flotando.


Catherine volvía a susurrar.


-¿En qué estado te encuentras? -pregunté.

Muchas vidas muchos maestros - Brian WeissDonde viven las historias. Descúbrelo ahora