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Spreen y Conter se dirigían a la mansión de farfa, su hogar temporal.

Ambos estaban más calmados, todo el daño que se habían hecho mutuamente estaban dispuestos a arreglarlo y compensarlo.

Pero claro que no sería fácil, ambos estaban acostumbrados a pelear, pero eran conscientes de que necesitaban otra forma de desahogarse... O tal vez y simplemente necesitaban hablar, pero no saberse expresar les complicaba la vida.

Aunque aún tenían dudas que necesitaban resolver sobrios, hablar borrachos solo les hizo no pelear pero eso no significaba que habían hecho las cosas bien.

Aunque ahora conter tenía mejores cosas de las que preocuparse.

— Vos sos un pelotudo... — Spreen estaba recargado en el hombro de Conter, quién trataba de ayudarlo a caminar para que no se cayera debido a que su pierna aún estaba lastimada.

— Dios mío, hace media hora estabas diciendo que gustas de mí ¿Por qué eres así? — Conter soltó un suspiro, por su parte no había tomado más pero Spreen tomó el doble de lo que ya había consumido en cuanto salieron de la habitación, no lo culpaba, era su forma de sobrellevar la ansiedad social. — Eres un imbécil.

— ¡Pero sí me gustas! ¡Vos sos el que sigue diciendo que me gusta Mictia! — Reclamo mientras se alejaba de su brazo casi cayendo en el intento.

Conter tuvo que tomar su mano para evitar que cayera y entonces comenzó a guiarlo tomándolo de los hombros.

— No me culpes, así se ve para cualquiera. — Suspiro algo cansado, se sentía algo tonto pero dentro de él seguir dudando cuando incluso la versión más sincera del oso le decía que lo quería.

Spreen borracho será muchas cosas menos un mentiroso.

— Hijo de puta.. — Spreen se terminó sentando en las escaleras de la entrada sin querer subir más. — ¡Me gustas vos!

— Dios mio, qué estúpido puedes ser a veces. — Se sentó a su lado, por mucho que quisiera no podía dejarlo solo. — Ya sé, tú también me gustas...

Aunque lo sabía, seguía costandole decir esas palabras, sobre todo porque Spreen borracho lo hacía tener que decirlo más seguido de lo que quisiera.

Spreen dejó caer su cuerpo al del albino, dejando su cabeza en sus piernas.

— ¿Es tarde o es temprano? El sol está... allá. — Señalo el que comenzaba a salir, estaba comenzando a amanecer.

— Esta amaneciendo.

— Quiero irme a dormir a casa..

— Aquí atrás está la mansión, podemos ir y te dejo en-

— No la casa de Farfa, nuestra casa. — Colocó sus manos en su cara y se levantó mientras se tallaba los ojos. — Quiero ir a la casa...

Conter lo analizó un momento, no estaba seguro de si su voz sonaba triste, pero la situación le causo tristeza.

Porque su casa ya no existía.

— Ven, vamos a la mansión. — Tomó su mano y trato de levantarlo para guiarlo dentro.

Spreen dudó un momento, pero finalmente asintió, levantándose y dejándose guiar por el agarre del albino.

— Quiero ir a casa con goncho y vos.

Todo el camino spreen repitió lo mismo, dificultandole la misión de ir a sus habitaciones por sus palabras arrastradas y su comportamiento inestable.

Mientras subían las escaleras conter maldijo internamente por que farfa hubiera puesto tantas.

— Fua, ¿Por qué el suelo se mueve?..

¿Celos o egoísmo? | 『 Spreenter 』✰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora