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—Ellos han sido muy generosos con nosotros —repitió su madre por sexta vez esa mañana—. Debes comportarte.

-Lo sé —murmuró quedito.

—Chan, vaya a saber porqué, quiere ayudarte a mejorar tu mal comportamiento, es eso o que te enviemos a una academia para omegas sin remedio.

«No me envían a esa academia porque no tenemos dinero», pensó él, pero se mordió la lengua para no echarle más leña al fuego.

—Pidió que fueras a vivir con ellos

-... ¿Con quiénes?

-Con Chan y con tu hermana, por supuesto. Dijo que necesitabas crecer independiente, o alguna cosa así. La verdad es que no puedo negarme a su ayuda cuando ellos salvarán a la familia.

—Pero... no quiero ir a vivir con ellos... no puedo. El sabrá que no estoy estudiando en la universidad.

Hyori largó un suspiro pesado que más pareció un resoplido.

—No hagas que se cuenta. Pero lo más importante, no me avergüences más. Debes mejorar tu conducta o tendrás muchísimos problemas.

Empacó una maleta con cosas necesarias y ropa, no que tuviera mucho como para llenar tres de ellas, y la mayoría de cosas eran tonterías. Auriculares, un par de libros y su muñequito de felpa al que si lo aplastabas le saltaban los ojos
—para su estrés.

Llegar a la casa de Chan lo hizo sentir como un intruso.
Ahí ya olía al perfume de su hermana en cada rincón, no solo el de su costoso Carolina Herrera, sino el de sus feromonas.
Había marcado el lugar como suyo y al alfa que habitaba ahí.

—El señor Bang pidió organizar una recámara cerca de la
Señorita Sana - le indicó el mayordomo, dándole una alargada mirada al omega—. Sigame.

La habitación a lado derecho de la de Sana no tenía una esplendida vista, pero no era para nada despreciable. Con una imagen lateral de la casa, hacia el bosque frondoso, pero cuyo fondo era otra casa igual de majestuosa.

El color blanco y negro volvió a atacar los ojos del omega. No era nada muy alegre, y él preferiría algo que no lo incitara a tirarse del balcón. Acomodó sus cosas en el ropero y luego en su par de libros en una estantería flotante de negro brillante.

—El Señor Bang dejó esto para usted.

El hombre le tendió un papel doblado que tenía las letras PC grabadas al frente. Hyunjin lo tomó y leyó:

Mis reglas son las siguientes:
x No maldecirás en mi presencia.
x Regresarás a casa temprano (10pm)

Hyunjin boqueó al leer el principio de la nota.

—¿Acaso piensa que soy un niño? —refunfuñó—. Mi turno en el bar acaba a las once. Me mandará a dormir en la casa del
perro.

No robos. No es negociable. Si te atrapo, yo mismo te enviaré a prisión.

—Acaba de quitarle toda la diversión a la vida.

Arrugó el papel y lo tiró al pequeño tacho de basura junto a la cómoda.

«El se cansará de mí dentro de poco».

«¿Por qué quieres llevarle la contraria? ¿Quieres que te eche de su casa?».

«No lo hago por llevarle la contraria, simplemente no puedo abstenerme de lo que dice esa lista. Tengo que trabajar y regresar a las diez todas las noches no es posible —le respondió a su testaruda conciencia—. Sin embargo, salir de su casa sí es mi objetivo final».

A Bed of Thorn and Roses 「Chanjin 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora