27

167 31 6
                                    

Su estadía en Japón se extendió por una semana y media más entre largas reuniones y cenas en las embajadas. Pero ni siquiera toda la información que rondaba a su alrededor logró distraerlo del único pensamiento que seguí fustigándolo.

Hwang Hyunjin.

Su pecho todavía latía con fuerza, alocadamente con solo murmurar su nombre. Envuelto en una marea de recuerdos, su piel se llenaba de las caricias que un día lo colmaron y que extrañaba con locura. Porque todavía quería a Hyunjin.

¡Lo adoraba!

Equívocamente pensó que el tiempo lograría alejarlos y borrar de sus pechos el calor de la pasión y amor que un día
los quemó.

Eso no había pasado.

No le había pasado a Chan.

Se esforzó mucho para fingir un enamoramiento que nunca sentiría hacia Sana. Por muchos besos que le diera, por muchas citas que tuvieran... No era nada. Ni siquiera algo cercano a lo que alguna vez vivió con Hyunjin.

No eran esos lindos ojos avellana los que veía a diario, ni era esa risa escandalosa la tan contagiosa.

No era Hyunjin.

No había un par de lentes graciosos, ni palabras altisonantes que reprender.

No era Hyunjin.

Tampoco se trataba de sus bromas alocadas ni de su embriagante dulzura.

No.

No era su Hyunjin

Vio el pequeño y grisáceo edificio donde ahora vivía
Hyunjin. Ni siquiera tuvo que indagar mucho más allá de Changbin para saber su paradero exacto. En ese momento, se dio cuenta de lo fácil que siempre había sido encontrarlo, pero no quiso hacerlo. No. Habría roto una promesa que se había construido para librarlos a ambos de algo sin sentido.

Hubiera hecho falta tan poco para que ese amor fortuito funcionara.
Ya era tarde.

Quizás no lo intentaron lo suficiente o quizás solo siempre había sido demasiado peligroso y se dieron cuenta cuando ya no había vuelta que dar.

Suspirando, salió del auto y caminó lentamente hacia el edificio departamental.

¿Cuál era su excusa?

¿Qué le diría?

La honestidad no sería la mejor respuesta porque, muy probablemente los regresaría, al inicio. Haber probado las mieles de la pasión no solo los volvió adictos sino incautos, y el amor es una guerra peligrosa que solo deja heridos.

Pero solo pudo pensar que no podía importarle menos los peligros

Necesitaba ver a Hyunjin, saber que estaba a salvo y... tal vez besarlo como la primera vez.

Llegó frente a la puerta 18B, pero antes de tocar, recibió una llamada que tuvo a fuerza que contestar.

-Desobedecerme no es una buena idea, Chan, a menos que quieras probar mis advertencias otra vez.

-Padre.

—En cuanto cruces esa puerta, habrás enviado a ese muchacho a la cárcel, o a un destino peor.

—Prometiste no lastimarlo si me alejaba.

—Y si tú te mantenías alejado. Veo que no mantendrás tu palabra.

—No vas a tocarlo —le gruñó—. Estoy haciendo lo que quieres para cuidarlo.

—Bien. Pero no harás una estupidez como la que estás pensando.

A Bed of Thorn and Roses 「Chanjin 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora