2. Help Wanted

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La oportunidad viene a menudo disfrazada 

en forma de desgracia o derrota temporal.

Napoleon Hill.

Zoro recargó los codos sobre la pequeña mesa familiar junto a la cocina y entrelazó sus manos apoyando la barbilla en ellas. Su gesto permanecía estoico mientras contemplaba con esperanza y algo de temor los tres sobres blancos alineados en el centro de la mesa. Sentía la boca reseca y sus manos titubearon un poco cuando abrió el primer sobre. Sacó la carta omitiendo los saludos y la vana palabrería, solo importaba la última línea.

—Lamentamos informarle que en esta oportunidad no ha sido seleccionado para el puesto —habló con desgano tirando el papel a un lado.

Abrió las cartas restantes y su desesperanza sólo aumentó un poco más. Bufó derrotado frotando su cara con desespero. Había repetido aquel ritual los últimos dos meses y siempre recibía la misma respuesta.

—En verdad empezaré a pensar que Spandam está cumpliendo su promesa.

Zoro tuvo 11 entrevistas durante ese tiempo y aunque todo apuntaba que el trabajo sería suyo, unos días después recibía la carta informando que no lo consiguió. El dinero de su liquidación solo alcanzaría para los gastos de un mes más y el futuro no se veía muy alentador.

—Tendré que encontrar un par de trabajos de medio tiempo para apañárnosla por ahora, pero aun así...

El chirriar de la puerta abriéndose con lentitud lo sacó de sus cavilaciones. Una sonrisa apareció de manera automática en su rostro al ver a la pequeña ondeando su bata azul cielo, repleta de nubes y estrellas fugaces, caminar hacia él adormilada. Un enorme bostezo escapó de su boca y frotó sus ojos con pereza antes de sonreír.

—Buenos días, papá.

—Buenos días, pequeña. ¿Qué haces despierta tan temprano? Es sábado.

—Ya no tengo sueño. Tengo hambre —se quejó frotando su barriguita haciendo reír al peliverde.

—Cielos, igual que un oso al despertar de su hibernación. ¿A quién te parecerás en eso?

—Mamá dice que a ti.

—Supongo que tiene razón —cedió poniéndose de pie, recogiendo las cartas y sobres para tirarlos a la basura y encender la estufa—. ¿Y bien, que quieres para desayunar?

—¡Hotcakes del Sr. Conejo!

—Está bien, ve a lavarte mientras lo preparo.

—¿Mamá aún no regresa? —preguntó Kuina con inocencia al no verla alrededor.

—Es que extrañaba mucho a tus abuelos. Anda, apresúrate.

La menor se apresuró a adentrarse al baño y Zoro resopló cansado. Luego de aquella discusión, Tashigi metió su ropa en una maleta y se marchó a casa de sus padres.

—Ya que te crees tan capaz de hacer todo, encárgate de tu hija tú solo.

Honestamente, estaba agradecido por aquello. La paz que se respiraba en aquella casa era alentadora; sin quejas ni reclamos o miradas de reproche y chasquidos de lengua. Solo él y su hija.

Siempre que discutían a lo grande ella terminaba huyendo con lágrimas de cocodrilo a casa de sus suegros y dándole al peliverde unos necesitados días de calma. Un breve escape cuando la convivencia entre ellos se hacía insoportable.

Luego de un tiempo regresaba como si nada y volvía la acostumbrada rutina hasta que una nueva pelea los separara. Tashigi nunca se disculpaba pues, según ella, solo era una víctima, y Zoro tampoco se lo exigía. Su papel de eterno mártir nunca surgió ningún efecto en él.

BETRAYAL (Zoro x Sanji)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora