Mente de niño

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*Stefany*

Sentí una caricia suave en la mejilla que me hizo estremecer. Abrí los ojos lentamente  encontrándome con Keider quien me miraba con una sonrisa tierna miestras acariciaba mi mejilla,  sus ojos brillaban con intensidad llevaba un polo negro medio ajustado  marcando los musculos de sus brasos.

—¿Cuándo llegaste? —le pregunté, aún soñolienta.

—Hace unos minutos —respondió, su sonrisa iluminando la sala.

—¿Por qué me miras así? —inquirí, intentando descifrar su expresión.

—Es que te veías muy linda y tierna dormida —dijo, su mirada llena de afecto Me estiré y me acomodé en el sofá, bostezando mientras trataba de despertar por completo.

—¿Tienes hambre?

—Sí, pero todo lo que hay aquí está lleno de calorías. No puedo comer nada.

—¿Quieres que vaya a comprarte algo afuera?

—No, mejor me voy a dormir. Así no pensaré en comida y si no pienso en comida, no tendré hambre.

—¿De dónde sacas esa idea tan locas? —preguntó, frunciendo el ceño pero con una sonrisa que lo hacía parecer aún más tierno.

—No es una idea loca, es verdad. Me ha funcionado varias veces, aunque en la madrugada me despierto. Pero vuelvo a aplicar lo mismo.

—Ves, eso pasa porque el estómago te está pidiendo comida.

Me encogí de hombros e intenté levantarme, pero él me lo impidió.

—¿Qué haces?

—Nada, solo quiero cobrar los besos que me debes —dijo, con una expresión traviesa en su rostro.

—No te debo nada de besos —repliqué, aunque no pude evitar sonreír.

—Oh, claro que sí.

—¿No tienes miedo de que nos atrapen?

—¿Que nos atrapen? Además, Rosel no está y los abuelos vienen el domingo.

—No, pero... bueno, está bien, cobrate todos los besos que te debo. —Lo miré con una expresión coqueta—. Pero solo si me atrapas

Le doy un empujón suave antes de empezar a correr por la sala, soltó una risa alegre, comenzó a seguirme. Me sentí ligera y libre, Pasé por la sala esquivando los muebles con habilidad, sintiendo el calor de la actividad y la diversión.

Keidel estaba cerca, pero no lograba atraparme, Finalmente, cuando me sentí un poco cansada, me detuve en la esquina con una sonrisa amplia.

—¡Te atrape! —dijo alcanzándome rodeando mi cintura con sus brazos.

__No me atrapaste solo me cansé  _dije aún sonriendo y con la respiración entre cortada—¿Así que vas a cobrar ahora? —le pregunté, con una sonrisa traviesa.

—Sí —respondió, acercándose—. Aunque sólo sea por hoy, tienes que pagarme estos besos

Nos inclinamos el uno hacia el otro fundiendo nuestros labios en un beso que parecía eterno.

—¿Y ahora qué? —pregunté,me miró con una mezcla de diversión y picardía mientras nos separábamos después del beso.

—¿Qué te parece si elegimos una de dos opciones? —preguntó con una sonrisa traviesa—. La habitación o la cocina.

Lo miré curiosa.

—¿Para qué?

—Solo elige una.

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