la noche de anoche

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**Keidel**

Risas

Bromas sobre mi supuesta infidelidad

Me sentía atrapado en una pesadilla sin fin. Cada palabra que decían mis amigos sobre mi supuesta infidelidad era como un cuchillo clavado en mi corazón.

¿Qué voy a hacer? ¿Cómo voy a arreglar todo esto? Mientras los chicos seguían hablando haciendo bromas, solo podía pensar en cómo arreglar las cosas con mi Stefany Mi mente se llenaba de recuerdos felices, de todo el amor que sentía por ella. Todo se había derrumbado en una sola noche, una noche que apenas podía recordar.

No puedo soportar cómo se siente. Sé que le hice daño, pero no fue a propósito. No me drogué intencionalmente, no quise traicionarla. Todo esto es una tortura. Las risas y los comentarios de Rosel y los demás se volvían insoportables. No saben lo que estoy sintiendo. Estoy a punto de perder a mi chica y ellos solo se burlan.

Incapaz de seguir escuchando, me levanté de la mesa sin decir una palabra, me dirigí al baño donde la  había  visto ir. Necesitaba hablar con ella, necesitaba explicarle lo que realmente había sucedido, aunque no estaba seguro de que mis palabras pudieran reparar el daño ya hecho.

La encontré saliendo del baño. Su rostro estaba pálido sus ojos rojos lleno de dolor.

—Podemos hablar —comencé con voz suave. Ella me miró con una tristeza profunda.

—No tengo nada que hablar contigo —contestó con voz quebrada,  dio unos pasos para irse, pero la agarré de la mano.

—Por favor, hablemos —le supliqué. Ella me miró con una intensidad llena de amor, sus ojos brillaron ante mi toque.—Por favor.

—Bien, nos vemos en el mismo  lugar de siempre —contestó con frialdad en su voz—. Puedes soltarme.

La suelto y ella se alejó.Tengo la oportunidad de explicarle las cosas. Tal vez no me crea, pero haré lo posible para que vuelva a confiar en mí.

Regresé con los chicos, que estaban rodeados de chicas. Rosel hablaba con Mandy, Raidel con una rubia de ojos azules, Santiago con una pelirroja, max en su telefono.

—Oye, ¿dónde estabas? —preguntó Rosel mirando en mi dirección.

—En el baño —contesté tomando mis cosas—. Ya me voy, tengo algunos asuntos que resolver.

No esperé respuestas y salí dirigiéndome a mi auto. No tengo tiempo que perder. Encendí el auto y me alejé, dejando la preparatoria atrás. Mi corazón latía con fuerza, cada latido un recordatorio del dolor que sentía.

En unos minutos llegué al lugar. Un bonito rincón oculto apartado de todo a unos kilómetros de la ciudad, rodeado de árboles y flores muy coloridas en un arbor abia un columpio, a lo alto abia una casita con algunas cosas adentro. El sonido de las hojas moviéndose con el viento era relajante.

Cerré los ojos inhalando el aire fresco. Este era nuestro lugar favorito, donde nos encontrábamos a escondidas de todo el mundo. Aquí podíamos gritar a todo pulmón cuánto nos amámos. Había un árbol grande y apartado donde teníamos grabadas nuestras iniciales.

Sentí la presencia de mi pastelito giré lentamente para verla. Estaba parada con su mochila en un hombro, mirándome fijamente. Me bajé del auto dando unos pasos lentos hacia ella, pero no pude aguantar más y me acerqué con rapidez, abrazándola con fuerza.

Pensé que me iba a rechazar, empujar lo que sea pero ella aceptó el abrazo, lo que me llenó de felicidad. Pude sentir cómo su corazón latía con fuerza y sus manos temblaban ligeramente. Duramos así unos minutos, disfrutando del abrazo y del silencio del lugar, lo que no era para nada incómodo.

Más Allá Del Espejo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora