EL DOLOR MAS INTENSO,LA MUERTE

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**RAIDEL**

Hay muchas cosas que nos pasan,  a veces maldecimos y nos quejamos, pensando que es lo peor que nos pudo haber pasado en la vida. Sin embargo, siempre hay alguien que ha pasado por cosas peores. Yo soy de los que piensan que si estamos vivos, es porque tenemos un propósito que cumplir, y mientras no lo cumplamos, seguiremos aquí, luchando con nuestros demonios, tanto internos como externos.

Liam nos contó la historia de la chica desconocida, y no puedo creer que alguien haya pasado por tanto. Parece una de esas películas de terror que mienten. Si se lo contara a otra persona, tal vez no me lo creería.

La luz blanca de la sala del hospital inundaba mis ojos, Mi padre finalmente convenció a mi madre para que se fuera a descansar. Aunque se negó al principio, aceptó solo porque Liam ya estaba estable. Santiago tuvo que irse por una emergencia, aunque no me dijo de qué se trataba, parecía estar muy preocupado. No he visto a Maximiliano desde que salí de la escuela y keidel tampoco lo eh visto.

Mi padre está al lado de mi hermano, durmiendo en una cama junto a él. Rosel estaba sentado a mi lado, tecleando en su teléfono. El pasillo estaba vacío, solo algunas enfermeras rondaban por los pasillos.

Miré a Rosel, que estaba muy concentrado en su móvil, y me levanté. A pasos lentos, me dirigí a la habitación de la chica. Abrí la puerta y entré. Su rostro estaba pálido, con ojeras, tan frágil, tan vulnerable, con la piel cubierta de moretones y cicatrices.

Me quedé mirándola con admiración y compasión. No podía entender cómo alguien había podido pasar por tantas cosas y aún así seguir luchando por vivir. Era increíblemente fuerte, más de lo que yo podría imaginar.

—Eres muy importante para mi hermano, ¿sabes? —susurré, esbozando una leve sonrisa—. Ha arriesgado su propia vida para poder salvarte de ese lugar en el que estabas, y es algo que admiro mucho. Algo que he agregado a mi lista de lo valiente que es mi hermano. De verdad deseo que te puedas despertar para que lo veas. No sabes las ganas que tiene de verte.

Me acerqué, mirándola con tristeza. Su rostro, aunque marcado por el dolor, tenía una belleza que no podía ser negada.

—Pero tengo mucho miedo —mi voz se quebró—, porque las personas buenas como él no duran mucho. Se mueren, y no quiero que eso pase con él. Ya sé que está fuera de peligro y todo eso, pero... la vida se encarga de quitarnos a las personas que más amamos. Primero fueron mis abuelos y ahora él... No lo soportaría.

Una opresión en el pecho me hizo sentir como si el aire se me escapara. Era un miedo que me atormentaba, un miedo a perder a alguien tan importante para mí.

—Joven Raidel, no puede estar aquí adentro sin autorización —dijo la voz de la enfermera.

—Lo siento... yo solo quería verla.

—Sí, pero en cualquier momento puede despertar, y cuando lo haga, será mejor que se encuentre con un rostro al que le tenga confianza para que no vuelva a pasar lo mismo —explicó la enfermera.

—Mi hermano —susurré, más para mí mismo.

—Joven, salga por favor.

Le di una última mirada a la chica y salí de la habitación, me pare en una esquina. Apoyé mi espalda en la pared y cerré los ojos, intentando no pensar demasiado. El silencio del hospital era casi ensordecedor.

—¿Estás bien? —dijo la voz de Rosel. Abrí los ojos para verlo delante de mí—. Te ves exhausto.

Solté un suspiro.

—. Solo quiero que todo esto termine y que todo vuelva a ser como antes.

—No creo que todo vuelva a ser como antes, amigo.

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