Un mostruo en la oscuridad

2 1 0
                                    

** Desconocida**

Desperté con dificultad, parpadeando para tratar de aclarar mi visión. Lo primero que noté fue la blancura que me rodeaba,.  El miedo empezó a formarse en mi pecho mientras intentaba mover mi brazo. Pero cuando lo levanté, lo vi, otra vez: los mismos cables que habían estado conectados a mi cuerpo antes. La desesperación se apoderó de mí. Mis ojos recorrieron la habitación, pero no había nada más que esa inmaculada blancura.

El pánico se incrementó, y empecé a tirar de los cables, intentando quitármelos de encima. Tengo que salir de aqui y encontrarme con Liam, la puerta se abrió, y la misma enfermera de antes entro Bianca.

—¡Cálmate, por favor! —dijo , acercándose a mí con las manos extendidas. Pero yo no podía calmarme,tengo que ver a liam tengo que saber que el está bien.

—¿Dónde está Líam? —grité, mi voz cargada de angustia—. ¿Qué hicieron con Líam? ¡Quiero ver a Líam!

Bianca  me miró con preocupación, pero antes de que pudiera responder, salió de la habitación. Apenas unos segundos después, regresó con un doctor,. se acercó a mí con calma, extendiendo sus brazos como si quisiera cargarme o calmarme, pero yo no podía pensar en otra cosa más que en Líam.

—¿Dónde está Líam? —repetí,—¡Quiero ver a Líam!

—Líam está bien —dijo el doctor en un tono suave, casi paternal—, pero tú necesitas tranquilizarte.

—¡No! —grité, moviéndome desesperadamente—. ¡No me calmaré hasta que vea a Líam!

El doctor hizo un gesto hacia la enfermera, quien asintió y comenzó a buscar algo en la mesa cercana. Sabía lo que iba a hacer y el terror me invadió.

—¡No me seden! —imploré, tratando de apartarme, jure no improrar por esas cosas Pero no me quiero volver a dormir no quiero  —. ¡No quiero dormir de nuevo! ¡Quiero ver a Líam! ¡Sólo quiero estar con Líam! Por favor, déjenme ir, lo prometo... no haré nada, sólo déjenme ver a Líam...

La desesperación me consumía mientras trataba de resistirme, pero sentía que todo estaba fuera de mi control.pero lo único que se esque está gente es igual de mala que las mujeres en blanco y no puedo confiar en ninguno de ellos.

______

**Raidel**

Todo esto me estaba volviendo loco. Estaba sentado en la sala de espera del hospital, con mis padres y Santiago. Mi madre no paraba de caminar de un lado a otro, como si con cada paso pudiera encontrar alguna respuesta.

Mi padre estaba en una esquina, su rostro tenso y la mirada fija en algún punto invisible. Maximiliano estaba junto a él, en silencio, observando todo como si intentara comprender lo incomprensible. Santiago estaba a mi lado, con las manos entrelazadas y una expresión de preocupación.  El ambiente en la sala era sofocante, Cada segundo que pasaba parecía durar una eternidad.

Las luces frías y el olor a desinfectante sólo intensificaban la sensación de incomodidad. De repente, una enfermera entró corriendo en la habitación de la chica. No pude evitar levantarme de un salto, la preocupación me dominaba. La enfermera salió rápidamente y fue a buscar al doctor. Sin pensarlo dos veces, me acerqué a ellos, desesperado por entender qué estaba ocurriendo, pero nadie me decía nada. Logré vislumbrar un instante dentro de la habitación antes de que la puerta se cerrara. La chica estaba muy asustada, gritando con los ojos llenos de pánico.

—¿Qué pasa? —me preguntó Santiago en un susurro, como si hablar en voz alta pudiera empeorar las cosas.

—No lo sé... —le respondí, intentando mantener la calma—. Pero parece que la chica está mal.

Más Allá Del Espejo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora