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El día siguiente comenzó tranquilo. La librería estaba vacía, lo que nos daba un respiro. Yo me apoyaba en uno de los estantes, mientras Harika estaba organizando unos libros en el mostrador. No era raro que, en esos momentos de calma, aprovecháramos para bromear. Desde que habíamos hablado toda la noche por mensajes, había notado una nueva confianza entre nosotros.

—¿Sabías que los caracoles tienen más dientes que los tiburones? —soltó de repente, con ese tono extraño que siempre me hacía reír, aunque rara vez entendiera de dónde sacaba sus comentarios.

—¿Qué? —solté una carcajada—. ¿Qué tiene que ver eso con lo que estábamos hablando?

—Nada —se encoge de hombros—, pero lo pensé y me pareció importante que lo supieras. Aunque también pensé... si el gato pudiera hablar, ¿diría "miau" o "hola"?

Me le quedé viendo, tratando de no reírme, pero era imposible.

—¿Qué? ¿De qué estás hablando? —dije entre risas, limpiándome una lágrima de la risa.

Ella levantó una ceja, con esa expresión neutral suya, como si de verdad la pregunta fuera totalmente lógica.

—Bueno, un gato que habla no tendría por qué seguir diciendo "miau", ¿no? No tendría sentido.

Me agarré el estómago de tanto reírme.

—No sé, Harika... tal vez el gato tendría cosas más importantes que decir que "hola". ¿Quién sabe?

Nos quedamos en esa dinámica, intercambiando bromas y comentarios sin sentido, hasta que la puerta de la librería sonó.

—Te están mirando.

La miré, extrañado.

—¿Qué? ¿Quién?

—Las chicas. —Harika hizo un gesto disimulado hacia el grupo—. Han estado mirándote desde que entraron. ¿No lo habías notado?

Volteo hacia la esquina donde mira, había un grupo de chicas, apiladas en el sofá con libros en las manos, usandolos como excusa para mirar en mi dirección de vez en cuando.

Eso me sorprendió. Yo era muy observador por naturaleza, pero ni siquiera me di cuenta.

—Desde que empezaste a trabajar aquí, el número de clientas femeninas ha aumentado en un 23%. Asumo que tu apariencia es un factor decisivo.

—¿23%? ¿De dónde sacas ese número? —me reí.

—De la cantidad de clientas femeninas recurrentes y las nuevas que hemos tenido en las últimas dos semanas. Lo comparé con el promedio del mes anterior —respondió, totalmente seria.

—Bueno, no es que no lo supiera —respondí, guiñandole un ojo—. Ya sabía que era atractivo, pero la verdad, la atención me agota.

Harika asintió, mirándome como si hubiera descubierto algo importante.

—Eso es algo que tenemos en común. A mí también me agota la atención no deseada.

En ese momento, una de las chicas del grupo se acercó con una sonrisa un tanto arrogante. Cuando levantó la vista, la reconocí de inmediato.

Era una de las chicas que había molestado a Harika en aquella fuente con el broche de mariposa.

—¡Vaya, pero si es el chico rudo de la librería! —habló con tono provocador, apoyando las manos en el mostrador—. Mis amigas y yo queríamos saber si estabas soltero.

Mis ojos se entrecierran al verla, con la mandíbula tensa. Esta chica me sacaba de quicio. No me gustaba cómo había tratado a Harika, y menos que ahora viniera a intentar coquetear como si nada.

Ⲋⲟⲙⲃⲅⲁ⳽ ⳕⲛ𝖽ⲉⳏⲉⲛ𝖽ⳕⲉⲛⲧⲉ⳽ [VOL.1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora