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El frío de la noche me envuelve cuando camino hacia el paradero de buses, tal como la primera vez que me escapé. Mi mochila, cargada con lo mínimo, me pesa como si llevara todos mis miedos y dudas dentro de ella.

El plan es simple: irme lejos, lo más lejos posible de todo lo que conozco y de quienes podrían salir lastimados. No tengo destino fijo, solo necesito huir.

Meto la mano en el bolsillo para sacar el teléfono. Solo quiero ver qué pasajes hay disponibles hacia New Horizon a cualquier parte del mundo. El viento sopla con fuerza, y la pantalla del teléfono brilla en la oscuridad mientras busco alguna ruta. Pero antes de que pueda seguir con mis planes, una notificación interrumpe mis pensamientos: un mensaje de Lucas.

Lo abro, sintiendo un pequeño nudo en el pecho.

[Abriendo chat...]

Lu:

Al, ¿Puedes traerme unos rollos de canela de la panadería? Se me antojaron para la cena. ¡Por fis! ¡Por fis!🥺🫶 ¡Te quiero, manote!

Me detengo en seco. Miro el mensaje otra vez, como si mis ojos no pudieran creerlo. Rollos de canela. Lucas, siempre tan simple, tan despreocupado. El mundo se me está cayendo encima, y él solo quiere unos rollos de canela. Cierro los ojos y respiro profundo. De todas las cosas que podría haberme dicho, tenía que ser eso. Me pregunto si debería ignorarlo, pero no puedo. No puedo dejarlo esperando algo tan sencillo. No puedo ser tan cruel.

Rápidamente tecleo una respuesta.

Yo:

¡Tu y tus antojos! 😒 Solo porque me caes bien, enano. Jaja.

Lu:

Upsi 🤭 ¡Por fis, date prisa! ¡Tengo hambre!😩

Yo:

¡Ya voy! ¡Ya voy!🏃

[Cerrando chat...]

Suelto un suspiro, guardó el celular y cambió de rumbo, caminando hacia la panadería del señor Enzo.

Al llegar, el olor familiar de pan fresco me golpea con fuerza. Es casi reconfortante, pero solo agrava el conflicto en mi interior. Enzo me saluda con una sonrisa amable desde el mostrador, una sonrisa que jamás pensé que me daría, dado el contexto de cómo lo conocí.

—¡Alessandro! —dice con su habitual buen humor—. ¿Cómo va todo, muchacho? Veo que hoy vas a llevar rollos de canela, ¿Verdad?

—Sí, son para mi hermanito. — trato de sonar normal.

—Claro, dame un segundo. —Se da la vuelta para sacar los rollos del horno—. Oye, ten cuidado si te devuelves por el camino de siempre. He visto hombres extraños rondando por ahí últimamente. De seguro son delincuentes o borrachos.

Lo miro, sorprendido por su comentario. No es la primera vez que me advierten sobre cosas raras en el pueblo. Siento un escalofrío, pero lo ignoro. No importa. Ya estoy acostumbrado a ese tipo de amenazas.

—Gracias viejo, pero no es nada. No te preocupes.

—Solo te digo. La vida no siempre es tan tranquila por aquí como parece. —Me entrega la bolsa con los rollos y me despide con una sonrisa cálida— Me veré obligado a cerrar más temprano.

Asiento, viendo cómo la máquina tarda en procesar el pago con tarjeta.

—Oye, mocoso —interrumpe mis pensamientos, apoyándose sobre el mostrador—, A propósito ¿Cómo está Harika? Hace unos días que no la veo.

Me congelo por un segundo. No sabía qué decir. No había visto a Harika en tres días, y aunque me estaba preocupando, no podía mostrar debilidad. Me recordé a mí mismo que debía mantener la calma, fingir que todo estaba en orden, aunque la verdad era que no tenía ni idea de cómo estaba.

Ⲋⲟⲙⲃⲅⲁ⳽ ⳕⲛ𝖽ⲉⳏⲉⲛ𝖽ⳕⲉⲛⲧⲉ⳽ [VOL.1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora