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Esta tarde, la playa se había transformado en un hermoso lugar para una ceremonia especial. John y Natasha estaban a punto de darse el sí frente al mar, con el sol poniéndose en el horizonte y una brisa suave acariciando el lugar. Las olas rompían suavemente en la orilla, añadiendo un toque de serenidad a la escena.

Según en palabras mismas de la pareja, está era su tercera boda. Pues ya se ehaian casado 2 veces antes durante sus 7 años de relación.

Me encontraba en un rincón del conjunto de sillas dispuestas frente al altar, aplaudiendo y observando todo con atención. Ambos se veían radiantes en el altar. Natasha llevaba un elegante vestido blanco que brillaba bajo la luz del sol, mientras John la miraba con una mezcla de admiración y amor por la mujer que lo volvía loco por las mañanas, según expresó en sus votos.

—Finalmente puedes besar..

El cura ni siquiera termina de hablar y la madre de mi amado agarra a su ahora esposo de la ropa y le planta un rudo beso. Quien es seguido por este otro. Dejando sin palabras a todos.

Pero no había duda de que en su relación la pasión sobraba.

Lucas estaba en medio de la multitud, disfrutando del ambiente festivo. Se movía de un lado a otro, compartiendo su alegría con todos. Gritando a todo pulmon que sus padres se habían casado.

Mi amado, por su parte, estaba aplaudiendo con una alegria ligera, y no pude evitar notar lo bien que se veía en su traje azul. Era raro verlo fuera de las chaquetas de cuero que solía usar, pero me gustaba este nuevo look. Había algo en su apariencia elegante y pulida que me hacía sonreír.

Nuestras miradas se cruzaron y, al instante, esbozó una sonrisa coqueta. Pude sentir una chispa de complicidad entre nosotros, y mis mejillas se sonrojaron.

—Ay no.. —conocia esa mirada. Un arma mortal para mi calma.

Me hizo un gesto con la mano, como si estuviera pidiendo que me acercara. Me levanté, moviéndome hacia él con una mezcla de anticipación y nerviosismo.

Él notó mi mirada y me guiñó un ojo, sonriendo de una manera que hizo que mi corazón latiera más rápido.

—¿Te gusta lo que ves? —su tono era juguetón, con una chispa de travesura en sus ojos.

—Mucho —respondí, sintiendo el calor subir a mis mejillas.

—Sabes, me estoy acostumbrando a esto de los trajes. —Él levantó una ceja, como si estuviera considerando algo importante. —Tal vez deba usarlos más a menudo.

—No te atrevas a deshacerte de tus chaquetas de cuero. —Reí, sabiendo que las chaquetas formaban parte de su esencia.

—Nunca. Pero es bueno saber que puedo sorprenderte de vez en cuando.

Poco después, comenzaron a servir aperitivos para los invitados.

La mesa estaba llena de una variedad de comidas que, para mi sorpresa, estaban agrupadas sin ningún orden aparente. Esto me causó un poco de ansiedad. La falta de estructura en la presentación de la comida era abrumadora para mí.

Necesitaba saber que contenía. No podía comer algo si no se veían los ingredientes.

Las texturas.. ¿Quien hace bollos rellenos de pollo y deja los nervios y grasa adentro?

—Mariposita..

Notó mi incomodidad y se acercó con una sonrisa comprensiva. Se posicionó junto a mí y comenzó a separar los diferentes ingredientes de los aperitivos.

—Sé que esto puede ser un poco confuso —comentó mientras organizaba los platos—. Te ayudaré a que todo esté en orden. Oh, mira. Este bollo es de queso. Solo queso.

Ⲋⲟⲙⲃⲅⲁ⳽ ⳕⲛ𝖽ⲉⳏⲉⲛ𝖽ⳕⲉⲛⲧⲉ⳽ [VOL.1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora