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George

Un comienzo de temporada terrible. Con empotre incluido, y no el que me gustaría. Encima me ha tenido que ver esa chica, que no sabía muy bien quién era en ese momento, pero estaba claro que era importante para Toto.

–¿Quién era la chica que estaba hoy con Toto? –pregunté a mis compañeros de Fórmula uno mientras comíamos reunidos.

–Su sobrina –responde Lewis.

Asentí y bebí un trago de mi vino blanco.

–Es guapa –habla Óscar.

–Anda, mira, si tiene ojos –dice Lando.

–Y novia –le guiñó un ojo. Zasca.

–Nunca había venido, ¿no?

Lewis niega con la cabeza.

–Habla mucho de ella, pero nunca la ha conseguido convencer para que venga. La trajo Mick, de hecho.

–¿Es su novio? –pregunta Charles.

–Él está loco por ella, pero no.

–Normal –comenta Carlos antes de meterse otra cucharada de comida en la boca.

–Es muy bonita.

–Preciosa –asiente Lewis–, ojalá haberla conocido antes –rió.

–Mientras ella estaba en la barriga de su madre tú ya te habías sacado la eso –rei–. Parece mucho más joven que nosotros, o más bien que la mayoría.

–Peor, ya tendría un campeonato –comenta Fernando.

–Habló el más indicado –Lewis lo fulminó con la mirada.

–A mi que me miras, no soy yo el que se la quiere tirar.

–¿Quién quiere follarsela?

–Lewis –señaló Lando.

–¡No he dicho eso!

–Venga ya, siempre empiezas igual. "Es muy guapa" y pum, aparece en una cama contigo –habla Bottas.

Hamilton rodó los ojos. Tenía la fama de ser un disfrutón, lo cual no tenía nada de malo. Pero sí que era cierto que donde ponía el ojo, ponía la polla. Y ella se le veía muy frágil.

–Deja para los demás, anda –ríe Charles.

–¿Este? Nunca –añade Fernando.

–¡Pues tiraosla vosotros! Madre de dios, que gente más pelmazo –rodó los ojos de nuevo y se concentró en comer.

Y por esto sabía que él podría romperla. Porque la quería para lo que le convenía. Y la acababa de tratar como un objeto. Rodé los ojos. Era Lewis Hamilton, nadie me creería si explico como es en realidad.

Gianna

–Pues al final mola esto.

–Te dije que te encantaría –me sonríe Toto.

–Menos mal que te convencí –me sonríe Mick.

–Y tanto, pensaba que odiaría el sonido, pero me encanta.

–Aún no has conocido a todos los pilotos, ¿no?

–Me faltan unos cuantos –asentí sonriendo.

–¿Y a qué esperas? Vamos –me dio la mano mi tío.

–Los vas a asustar –ríe Mick.

–Tranquilo, de momento solo golpeo mesas.

Abrí los ojos.

Todo lo que odio de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora