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George

Gianna llevaba una semana ignorándome y no entendía nada. Quería saber qué era lo que le pasaba, porque ella no era así. A lo mejor alguno sabía algo, pero me iba a explotar la cabeza. Fui a preguntarle a Max, él se enteraba de todo siempre.

–¿Qué le pasa a Gianna? Lleva ignorándome días.

–No lo sé, solo que Lando y ella lo han hecho oficial.

–... ¿Está de novia?

–Sí.

–¿Por qué nadie me ha dicho nada? Joder.

—No lo sé. Yo me he enterado por Carlos.

–¿Y por qué están juntos? ¿Lando se ha enamorado? Vamos, a ella solo le gusta como la trata y ya. No siente nada, estoy seguro.

–Lando si que la quiere, ella ni idea.

–Es lo que te digo. ¿Cuánto tiempo les das?

–Poco. Tres o cuatro meses.

–... Menos.

–Veremos a ver.

No me gustaba nada. Cada vez que los veía juntos me daban ganas de arrebatársela. Lo mío no era bueno, no podía ser. No soportaba verlos juntos. Lo veía muy falso. Por parte de ella. Cada vez que los veía quería cogerla, llevármela y besarla hasta que entendiera que yo era con el que tenía que estar... Me estoy convirtiendo en un puto enfermo mental. Pero estaba comenzando a quererla más de lo que me creía capaz. No quería verla con otros que no fueran yo, sentimentalmente hablando. Es decir, que no se enrolle con los demás. Y lo que no me entraba en la cabeza es porque era así conmigo. Su repentino alejamiento, su hostilidad. No entendía nada. Tendría que mantener mi promesa de llevarme mal con ella, de hacerle la vida imposible. Pero esta vez no sería solo a ella. Me encontraba muy confundido. Pensaba que no sería capaz de enamorarme de una chica tan compleja, pero aquí estamos. Pillado de una chica totalmente opuesta a mí. Guau.

–Despierta, tolai –Toto me aplaude en la cara.

–Que susto, coño.

–Estas muy serio estos días, ¿qué te pasa?

–Rayadas mías.

–¿Sobre?

–Tu sobrina.

–¿Qué ha pasado ahora?

–Pues... Bueno. Está con Lando. Y Lando es... Agh, joder. Cómo coño te tengo que explicar yo a ti esto...

–Veeenga.

–Que la quiero.

–¿Y qué pasa con eso?

–Que no quiero a Lando cerca de ella.

–Pues es su novio, hijo.

–Que le jodan a su novio, es un gilipollas.

–Enga, claro que sí.

–Además, se nota que a ella solo le atrae. No le gusta una mierda, no me jodas.

–No lo sé. Yo los veo bien.

–¿Acaso Verstappen y yo somos los únicos que les damos menos de cuatro meses? Madre mía.

–Yo si veo a mi sobrina feliz con lo que le ha costado, no me voy a meter. Si es verdad lo que le decís ya se dará cuenta.

–... También es verdad –me humedecí los labios.

–No voy a intentar estropear su felicidad por pensar algo que nadie sabe si es verdad. Le ha costado mucho estar estable y aún tiene recaídas, no le voy a destrozar su felicidad ni nada.

Todo lo que odio de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora