3

12 3 2
                                    

George

Tenía que convivir si o si con esa chica porque ahora venía siempre a todo, pero no nos llevábamos muy bien. Era borde y cortante conmigo. UGH, qué maldita perra ladradora. Todo el rato ladrando y ladrando pero nunca agradeciendo que estoy intentando que Lewis no se la cepille y la deje abandonada en una habitación de hotel cualquiera. Porque si, la quería única y exclusivamente para el sexo, y ella era muchos años menor que él, y posiblemente aún fuera virgen, como quw para su primera vez fuera con un tío así.

–Como Toto se entere, te va a mandar al otro barrio de un puñetazo –le dije de nuevo. Me tenía enfermo.

–No tiene por qué enterarse. Solo me atrae su sobrina.

–Te la quieres follar y esa chica probablemente todavía sea virgen. Déjala en paz.

–Es demasiado guapa como para dejarla ir.

–Y demasiado joven y virgen para ti, deja que Mick esté con ella, o Lando, o Charles, o alguien más inocente que tú.

–Solo estoy siendo su amigo.

–Hasta que aproveches la situación para apoyarle la cosa.

Rodó los ojos.

–¿Por qué la defiendes tanto? Si os matáis.

–Porque sé que es buena tía, solo está emperrada en que yo soy borde. Aunque me está empezando a tocar mucho los huevos –no la soporto, pero no se merece algo como eso.

–¿Borde? ¿Tú? Se ha fumado algo.

–Ya, es que resulta que te pongo caras.

–¿Me pones caras?

–Sí, y no saludo, y soy borde, en fin.

–Déjala que piense lo que quiera. Ya abrirá los ojos. O no sé.

–Que haga lo que quiera, pero no te acerques. Deja que otro que no roce los cincuenta lo haga.

Sabia que no le haría ni caso, pero ya me ocuparé yo. Lo que no me imaginaba es que a raíz que pasara el tiempo que otros tíos quisieran con ella me produciría celos.

Lewis cada día le tiraba la ficha. Dios, que rabia me daba. Y qué descarado era.

Gianna

Lewis siempre que estábamos por allí se acercaba a mi. Era majo, pero a veces era muy pegajoso. Igual, intentaba acercarme a otros chicos, como Lando, Alex, o Charles y Carlos. Las risas que me echaba con ellos y a veces con los demás no me las echaba con nadie más. Ss estaba haciendo muy divertido venir aquí, estaba encontrando amigos de verdad aunque creo que la mayoría me miraba de más. En el que más podía confiar era en Alex, y en Fernando. Fernando era omnipresente. Acababa apareciendo donde estaba yo sin esperarlo. A veces me daba unos sustos que en algún momento me quedaría tiesa en el sitio.

–Joder, pero que tampoco soy tan feo –me dice después de aparecer detrás de Alex.

–Ya, ya lo sé.

–¿Sabes de qué me he enterado? Lewis está más salido que el pico de una mesa. Sabes que solo se junta contigo cuando tú tío no está delante, ¿no?

–Ajá.

–Toto lo tiene cogido por los huevos. Russell sabe cosas, se las ha ido chivando y bueno... El tío no está contento con él. Además, ya tiene la puerta abierta...

–Jo-der.

–Yo también he oído cosas de esas –dice Alex–, si lo comenta delante de nosotros todo el rato.

Todo lo que odio de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora