Ah, genial... ¡justo lo que nos faltaba! —gruñó Bill, levantando los puños nuevamente, listo para proteger a sus seres queridos del ataque de esta invasión de criaturas abominables
El leñador se posicionó con firmeza, tensando su brazo derecho como si fuera un ariete dispuesto a golpear al próximo enemigo que se le cruzara
Sus músculos se hincharon, y el poder latente que llevaba en su reloj comenzó a irradiar una energía tenue que vibraba en el aire a su alrededor... pero no tanto como para perjudicarlo...
A unos metros de distancia, Marceline sintió un estremecimiento de preocupación al ver la marea de ratas rodeando a Bill, pero se obligó a mantenerse optimista
La pequeña apretó los puños y sonrió, tratando de disimular el miedo que sentía al ver a Bill en peligro. Alzó la voz con toda la energía que pudo reunir
¡Vamos, Bill! ¡Tú puedes, eres el más fuerte! —gritó, su voz cargada de esperanza
Simon, por su parte, envolvió a Marceline en un abrazo protector y comenzó a retroceder con ella, manteniéndola a salvo de la carnicería que se desarrollaba frente a ellos
Aunque la determinación de la niña era evidente, Simon no pudo evitar que la ansiedad se filtrara en su rostro. Sus ojos no se despegaban de la figura de su amigo, sabiendo que, a pesar de todo, Bill era un luchador formidable...
No dudaba de la capacidad de Bill, pero la situación era demasiado peligrosa, incluso para alguien tan fuerte como él...
Bill, mientras tanto, lanzó un golpe poderoso que pulverizó a decenas de ratas en un solo movimiento, esparciendo cuerpos y vísceras en todas direcciones
Sin embargo, por cada treinta ratas que destruía, cincuenta más emergían de entre los restos, abalanzándose sobre él con una furia implacable
Era como si el suelo mismo se desbordara de esas criaturas, cada una impulsada por una hambre feroz y una agresividad que parecía no tener fin
El leñador lanzaba golpes con una rapidez sobrehumana, aplastando cabezas y partiendo cuerpos con la brutalidad de un titán, pero el torrente de ratas parecía infinito
Por cada movimiento que realizaba, sentía las garras afiladas y los dientes mordiendo su piel. Algunas lograban treparse por sus brazos, arañando con sus uñas retorcidas mientras otras se arrastraban por sus piernas, mordiendo sin cesar
Bill las sacudía y las lanzaba con fuerza, pero cada vez más ratas lo cubrían, formando una marea viva que dificultaba cada uno de sus movimientos
¡Malditas sean...! —gruñó Bill entre dientes, aplastando a dos ratas contra el suelo con una mano mientras sacudía su brazo izquierdo para quitarse a las que ya lo habían mordido. Su brazo derecho no tenía problemas, la piel dura y carbonizada le permitía resistir
Sentía la presión de las ratas acumulándose, y aunque su fuerza seguía siendo tremenda, la cantidad era abrumadora...
Desde la distancia, Simon y Marceline lo miraban con creciente desesperación. Marceline, que había empezado con un ánimo inquebrantable, ahora sentía que su corazón se apretaba en su pecho, su pequeño cuerpo temblando de angustia
Los ojos se le llenaron de lágrimas, y cada vez que gritaba el nombre de Bill, su voz se quebraba un poco más— ¡B-Bill! ¡No te rindas! ¡N-No te rindas, p-por favor! —suplicó Marceline, con la voz rota por el miedo
Simon, con el rostro desencajado, vio con horror cómo las ratas seguían acumulándose sobre su mejor amigo. Cada vez que lograba ver un destello de la cara de Bill entre la masa de criaturas, veía el agotamiento y la lucha feroz en su mirada
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Hora de aventura; "En busca de un corazon"
Storie d'amoreBill Hall es un leñador humilde que dedica su vida a trabajar en las profundidades del bosque de Hanks. Con su cuerpo musculoso y una fuerza impresionante, podría parecer un gigante intimidante, pero la verdad es que, detrás de esa apariencia impone...